—Ah, bienvenida, señora Piedad —dijo la directora visiblemente incómoda con la visita.
—¡Ahórrate las formalidades, Laura! —espetó la señora con la sonrisa del gato de Cheshire mientras caminaba por el pasillo repiqueteando en el suelo con sus tacones rosas—. Sabes a lo que hemos venido.
Algunos murmullos de desaprobación escapaban de la multitud.
—Usted tiene la palabra —cedió la directora a regañadientes.
—¡¿Vas a dejar que den otra vez ese discurso de m..., ese discurso absurdo?! —El reproche salió de Erik, quien hasta el momento había permanecido en silencio.
—¡Erik! —La directora le dirigió una mirada severa, y el muchacho no tuvo más opción que volver a reclinarse en su asiento con un resoplido de frustración.
La señora de los tacones rosas se posicionó en el centro de la tarima, donde antes había estado la directora, desenrolló un gastado pergamino y aclarándose la garganta, comenzó la lectura:
—"Queridos y queridas jóvenes"
—Y querides —acotó alguien desde el público.
—"Queridos y queridas jóvenes" —repitió la tal Piedad haciendo oídos sordos al comentario—. "Estamos aquí en representación de un grupo de padres preocupados por la grave situación —señaló a la figura geométrica a su lado—, y con el aval de científicos especializados en el tema —apuntó a su vecino cincuentón con cara de pasa—, para tratar de llevar un poco de luz a sus mentes aún inmaduras. —Hizo una pausa dramática y prosiguió—: Los fanatismos... son corrosivos y roban cada vez más la identidad a los jóvenes.
Una avalancha de abucheos comenzó a caer sobre el trío de ancianos, pero la señora de rosa continuó imperturbable su discurso.
—Jóvenes insultándose en las redes sociales por culpa de una serie o una película; perdiendo su identidad en el afán de querer a toda costa formar parte de esas comunidades que ustedes insisten en llamar "fandoms", pero que realmente son cárceles que los apartan cada vez más del mundo real, y de sus seres queridos.
Algunos jóvenes comenzaron a levantarse de los asientos para abandonar el comedor, pero para sorpresa de muchos, la directora intercedió en favor de los viejos:
—¡Esperen, por favor! Escuchen lo que ellos tienen que decir y después podrán sacar sus propias conclusiones.
Los aludidos dudaron un segundo, pero volvieron a sus puestos, más por respeto a la directora que por atender al discurso cuyas palabras seguro habían escuchado más de una vez en sus vidas.
En la cara del gato de Cheshire se dibujó una sonrisa de suficiencia:
—Los adolescentes y jóvenes van por el mundo reproduciendo lo que ven en los violentos videojuegos; dilapidan el patrimonio de su familia en comprar mercancía de su grupo musical favorito; pierden el tiempo frente a sus ordenadores en lugar de aprovecharlo en tareas más productivas y provechosas para su futuro. La juventud de hoy prefiere vivir en la tierra de "Nunca jamás" que en el mundo real.
—¡Pero qué le pasa a esa vieja! —dijo Nora con desprecio, haciéndose eco de las exclamaciones.
—Por eso —continuó la señora de rosa—, espacios como este campamento —escupió la palabra—, que fomentan y hasta más, celebran la idiotización de los futuros adultos, deberían ser... eliminados de la sociedad.
Esta última sentencia fue la gota que derramó el vaso. Más de la mitad del salón se puso de pie y prorrumpió en protestas contra los antifandoms. Varios exigían que los echaran del lugar.
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¿Fangirl? Siempre (#PGP2024)
Ficção Adolescente💜¿Hay una edad límite para ser fangirl? 🚫"Ya estás muy mayorcita para esas cosas", "Pon los pies en la tierra", "Baja de la nube", "El fanatismo no te va a llevar a ninguna parte" son las frases que estoy acostumbrada a escuchar, y puede que me l...