La confesión💬💗

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Al parecer Nora no había sido la única “usuaria” con la misma idea. Varias parejitas conversaban animadamente a bordo de simpáticos botecitos pintados con tintes chillones. La superficie del lago era un abanico de colores.

  —Si caigo al agua y me ahogo, regresaré de los muertos convertida en un fantasma azul como los de los Sims y empaparé tu cama todas las noches —le advertí a Nora antes de subir, ayudada por Erik, a uno de los botes.

Ella no nos acompañaría, pero se quedaría en el muelle para observarnos desde la distancia.

Yo aproveché el momento en que nos separaban unos metros del embarcadero para desprenderme del Beep y lanzárselo a Nora.

—No quiero que se moje —le grité con un ademán de fingida disculpa.

Ella se quedó atónita con mi último movimiento y en venganza comenzó a decir:

—No creas que te vas a escapar de mí tan facilito, Clau. También puedo gritarte las órdenes desde aquí: “Besarse” “Achucharse” “Darse el lote”.

—Lo siento, no te oigo —le decía yo, ahuecando la mano en mi oído, fingiendo que hacía esfuerzos por escucharla.

Erik no paraba de reírse.

Las personas contemplaban desde los otros botes el espectáculo que estábamos protagonizando, pero yo me divertía tanto que, por primera vez, no me importó ser el centro de atención.
                              

  Nos habíamos alejado mucho del embarcadero

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  Nos habíamos alejado mucho del embarcadero. A nuestro alrededor, solo se divisaba un pequeño bote, a varios metros del nuestro. La valentía que había adquirido antes, había desaparecido en cuanto dejé de tener el Beep en mi mano. Ya no era Nora quien dictaba las órdenes. Volvía a ser yo. Y estaba a solas con Erik, en medio de un devastador silencio.

  —Perdón por no esperarte aquel día en la terraza.

¿Por qué me estaba disculpando? Esto estaba empezando a ir mal. Quería dar media vuelta y escapar de allí pero a mi alrededor solo había agua.

—No tienes que disculparte por eso —dijo él como si me leyera la mente, dejando reposar los remos.

  Pensé que seguiría hablando, pero guardó silencio. ¿Por qué estaba tan callado hoy? ¿Por qué no me decía sus usuales bromas o me molestaba como solía hacerlo?

  Además, me moría por preguntarle sobre la directora. ¿Cuál era su relación con ella? Pero no quería parecer una metiche o demasiado interesada. Pensé que lo mejor sería decir algún comentario random sobre ella para introducir el tema.

—La directora… —comencé a decir.

—Es mi madre —declaró.

—¡¿Tu madre?! —"¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?"— Ah claro, tu madre —dije fingiendo que no me asombraba.

Él hizo un mohín con los labios y pude notar en ese gesto el parecido.

—No muchos en el campamento lo saben, porque no lo voy diciendo por ahí. Pero sí. Ella es mi madre. Y la canción que bailamos ese día era el opening de Dragon Ball. Fue un anime que nos…hizo bien en una etapa de nuestra vida.

  Al decir esto último, su hermosa sonrisa se borró un poco y por primera vez, pude detallar sus largas pestañas cuando bajó la vista hacia sus manos. Las personas solían ocultar sus ojos cuando no querían delatar sus más profundos sentimientos.

—Es como una tradición que tenemos, bailarlo todos los años —La sonrisa volvió a dibujarse en su rostro.

Yo también sonreí:

—Ella perece ser una mujer increíble.

—Lo es. —Lucía sincero cuando lo dijo.

Entonces recordé al excombatiente.

—En la cabaña que hay detrás de aquella montaña, que por cierto, lo de “embrujada” te lo inventaste, vive un exmiliar que recibe su ayuda.

Me dedicó una expresión burlona:

—En mi defensa, diré que mi madre me obligó a difundir esa historia terrorífica para mantener alejados a los campistas de él. Es un buen tipo, en el fondo, pero es un poco pesado y paranoico. Así que no conviene acercársele mucho. Claro, no contaba con que un grupo de chicas temerarias ignorara todas mis advertencias y se metiera en su casa como si nada.

—Nos subestimaste —dije con pretendidos aires de superioridad. Recordé que Erik nos había estado viendo a través de las cámaras de los trajes.

—Sí, para ser sinceros, no me lo esperé —reconoció—. Mi madre le dio esa vivienda a cambio de haber sustituido un antiguo campo de entrenamiento militar por un campamento para jóvenes frikis. Ella estaba super feliz cuando le dieron el permiso de demolición hace como 7 años. Llegó a casa una tarde y me dijo: “¡Por fin se va a hacer algo inspirado en el amor y no en la guerra!”. Y... bueno... ese es el campamento que ves aquí.

  Miré a mi alrededor, a ese lugar al que cada año acudían jóvenes de todas las latitudes para hablar sobre aquello que les apasionaba. Era admirable todo lo que había logrado su madre en tan poco tiempo.

—Pero... —cambió de tono— yo ya te revelé algo sobre mí. ¿Puedo preguntarte yo algo a ti?

—Claro —Tragué en seco—. Aunque no te aseguro que te vaya a responder.

—¿Quién es Javier?

¡Petrificus totalus sobre mí! ¿Cómo había averiguado el nombre de Javier? ¿Se lo habría dicho Nora?

El leyó las preguntas en mi rostro porque agregó:

—No dejabas de repetirlo cuando estabas en trance etílico.

¡¡¿Qué?!! No podía creer lo que escuchaba. Si hubiese tenido un espejo delante de mí, estoy segura de que reflejaría mi cara del color de un tomate.

—¿Tú fuiste quien… me llevó a la habitación ese día?

Él se limitó a decir:

—Debes tener más cuidado. No siempre va a aparecer alguien que te saque de una situación así. Y para colmo ni siquiera pude verle la cara al baboso ese porque se mandó a correr.

  Solo tenía un vago recuerdo de ese día. Había un chico, vestido de Light Yagami, que había intentado besarme a la fuerza, pero luego alguien lo había apartado de mí, y esa misma persona me había llevado hasta mi habitación y me había cuidado hasta que pude conciliar el sueño. Esa persona era Erik.

  En ese justo momento no sabía si agradecerle por ser mi salvador o zambullirme en el lago por la faceta tan patética que tuvo que presenciar de mí.
 
—Lo siento. No estoy acostumbrada a beber alcohol.

—Me lo imaginé —me dedicó una sonrisa comprensiva—. Entonces, ¿puedo saber quién es ese famoso Javier?

Dudé un segundo.

—Es mi novio.

Para mi sorpresa, su expresión fue de ¿decepción?

—¿Y cuánto tiempo llevan de relación?

—... Diez meses. —No entendía por qué me preguntaba eso.

—Entonces llegué diez meses tarde.

¿Fangirl? Siempre (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora