Pijamada literaria📚🕯

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—Un libro que prejuiciaste pero cuando lo leíste terminó encantándote.

—Esa es fácil —dijo muy segura Caterin—. "El amor en los tiempos del cólera", de Gabriel García Márquez. Me acuerdo de que no lo quería leer porque no era el típico romance al que estaba acostumbrada, pero cuando lo hice... buf... Te digo que no soy de las que lloran, pero con ese final, me convertí en una magdalena.

—¡¿Tú?! ¿La "insensible y pragmática Caterin" llorando? —la pinchó Melisa—. Nos conocemos desde hace como 5 años y creo que nunca te he visto hacerlo.

—Ni me vas a ver nunca. Esa es una faceta que solo muestro con los libros... y en las situaciones extremadamente dolorosas.

  Estábamos entre las cuatro paredes revestidas de libros del café literario. Era de noche y no se suponía que debíamos estar ahí; pero Melisa, que había trabado una buena amistad con Carla desde las anteriores ediciones del campamento, la convenció para que nos permitiera hacer nuestra pijamada, con la condición de que fuéramos única y exclusivamente nosotras cinco.

  Recreando una escena de Las mil y una noches, habíamos esparcido por el suelo cojines de algodón y ahora estábamos contándonos nuestras experiencias literarias. Melisa y yo habíamos preferido sentarnos en unas sillas de estilo clásico al lado de Vanesa, mientras que Nora y Caterin se habían acomodado sobre las almohadas. Una enorme pintura de un mapa del mundo cubría toda la superficie del piso del local, como una metáfora de los múltiples lugares que visitamos a través de las historias de los libros. En lugar de ropajes orientales, estábamos envueltas en las túnicas grishas moradas, azules y rojas de la saga literaria "Sombra y hueso", que habíamos comprado en la tienda cosplay.

—Te toca a ti, Nora —la apuntó Caterin—. ¿Cuál es tu placer culpable de la literatura?

—A ver, honestamente, no pienso que existan placeres culpables en la literatura —respondió Nora llevándose una uva a la boca—. Solo placeres que los demás no tienen la suficiente madurez para aceptar.

—Bueno, chica madura —Caterin puso los ojos en blanco—, ¿cuál es ese placer que "los demás no aceptan"?

—"Pídeme lo que quieras", de Megan Maxwell, una saga de romance erótico, que incluso a mí, fue capaz de avergonzarme.

Y tomando la inspiración de la réplica de Melisa a Caterin, la provoqué:

—¿Tú? ¿Avergonzándote? Te conozco desde hace tiempo y jamás te he visto hacerlo.

En respuesta, Nora me dio un pellizco juguetón en la pierna.

—Ahora tú, Melisa... —La señaló Caterin.

—No, espera, yo también quiero preguntar cosas —le suplicó Nora.

  Caterin asintió para que mi amiga pudiera tomar el mando.

—Tú, Melisa, ¿cuál es el cliché literario que más odias, y el que más amas?

—Déjame ver... —Ella lo pensó por unos segundos—. Bueno, no es que lo odie, pero ya estoy un poco aburrida del cliché de fantasía de "el elegido" y "la mary sue", o sea, esos personajes perfectos que, sin que ni ellos mismo sepan cómo, se convierten en los líderes de una revolución. Aunque eso no significa que no ame con todo mi corazón a Harry Potter, Percy Jackson y Katniss Everdeen... Y en cuanto al cliché que más amo sin duda sería el enemies to lovers. Adoro cuando los personajes se odian al principio pero luego se genera una tensión ahí como medio sexual entre ambos que los termina uniendo.

  Su respuesta fue aplaudida por todas, pero la pregunta de Vanesa interrumpió la felicidad, al menos la mía.

—¿Cómo se conocieron Travis y tú, Melisa? —Ante el silencio que reinó en el ambiente, Vanesa trató de retractarse con un sonrojo—. Perdona, no quise ser una entrometida.

¿Fangirl? Siempre (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora