Pelea contra el villano🕷

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  Agucé los oídos para discernir el número de personas que habían entrado. ¿Sería posible que ya hubiesen regresado del estadio? Por el sonido de los pasos, no parecía que hubiese más de una persona. Además, no escuchaba ninguna conversación de fondo. Fuera quien fuera, no tenía prisa. Se desplazaba con parsimonia por el pasillo del baño, como uno de los supervillanos de los comics maquinando la próxima fase de su descabellado plan.

  Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Pasara lo que pasara, no saldría de la ducha. Esperaría a que la persona abandonara la habitación. Pero la chica misteriosa, o el intruso, no parecía tener intenciones de marcharse aún.

  Ahogué un grito cuando los pasos se detuvieron justo delante de mi ducha y unos golpecitos sonaron en la puerta que nos separaba.

—¡Está ocupado! —me apresuré a decir con el corazón a punto de estallar.

  A diferencia de la puerta principal, quienes construyeron el baño no creyeron pertinente crear también unos cerrojos para cada una de las secciones del área de ducha. Si salía con vida de esta, los demandaría.

  De pronto, la peor de las posibilidades se convirtió en realidad.

  La puerta de la ducha fue abierta de par en par, revelando a un chico con el torso desnudo. Tenía el cuerpo de un superhéroe, pero el alma negra de un supervillano y una sonrisa de suficiencia se dibujaba en su rostro.

  Ni siquiera me salía un grito. Mi cuerpo temblaba con ligeros espasmos. La situación era surrealista, como sacada de una pesadilla. Esto no me podía estar pasando a mí. Me negaba a creer que me estuviese pasando a mí.

  Intenté poner la mayor distancia entre nosotros pegándome a la pared opuesta de la ducha y me abracé en un intento inútil de proteger mi cuerpo de la vista del individuo. Mi toalla no cubría tanto como yo hubiese querido.

—Bueno, bueno, pero qué agradable sorpresa —pronunció Travis lentamente, como saboreando las palabras.

—¿Qué... qué haces aquí? —alcancé a decir tratando de controlar el temblor de mis labios.

  No me hubiera extrañado si en ese momento hubiese soltado la carcajada del Joker, pero solo se limitó a estudiarme. No sabría decir si lo hacía para intimidarme aún más, pero al posar la vista sobre mis piernas, mordió su labio inferior, esbozando una mirada hambrienta.

  Se tomó su tiempo para responder a mi pregunta:

—Vine a... terminar lo que empecé aquella noche, cuando el imbécil de Erik nos interrumpió.

  Mis piernas se aflojaron. Este era el fin. Todo el campamento estaba en el estadio jugando a ser superhéroes ficticios, y no había nadie que me protegiera del villano real que tenía frente a mí.

—Pero... tú estás con Melisa. —Me atreví a lanzar la cutre carta, aunque debía imaginarme que sería en vano.

—¿Melisa? —Arqueó una ceja y se encogió de hombros—. Melisa no tiene por qué saber esto. Ella... antes era un poco más sumisa, pero ya no lo es tanto. Ahora se ha "empoderado" —escupió la palabra—. Puede que sea por culpa de la marimacha de su amiga.

  Mis posibilidades de persuadirlo con palabras se frustraron. Tenía delante a un misógino que no entendía de razones.

—En cambio tú... —decía mientras acortaba la distancia entre ambos—, eres tan ingenua y temerosa...

  Me apreté más contra la pared como deseando tener el superpoder de ShadowCat para atravesarla.

  En un movimiento ágil, él estampó sus manos en la pared a ambos lados de mi cabeza, acorralándome, y me susurró al oído:

¿Fangirl? Siempre (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora