Capítulo11

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Tylwyth

¿Qué le digo? ¿Qué soy una estúpida y no quiero afrontar lo que sucedió entre nosotros ayer por la noche? Aunque está claro que para Trent nada ha cambiado, quizá todo está en mi mente y Trent no se siente atraído por mí.

—¿Tyl? —pregunta de nuevo al no recibir respuesta.

—Porque soy estúpida ¿Vale? ¿Podemos olvidarnos de esto? —digo avergonzada por mi comportamiento idiota.

—¿Puedo entrar? —pregunta Trent suspirando.

—Sí —respondo una vez estoy sentada en el váter, he cogido una de las toallas del armario y me la he envuelto en el cuerpo.

La puerta se abre y Trent me mira directamente, sus ojos color chocolate se oscurecen a medida que recorre mis piernas desnudas, mi torso envuelto en la toalla, mis brazos desnudos, mi cara sonrojada.

—Ya... ya no estas... —carraspea—. Temblando, tienes mejor aspecto.

—Me encuentro mejor.

—Toma, te he traído ropa, póntela antes de que cojas frío de nuevo. —Se acerca para tenderme la ropa y la cojo sin dudar. Sus dedos rozan los míos, parece que Trent siente la misma descarga que yo porque se aparta muy rápido.

—Muchas gracias por todo, por cuidar de mí... —le agradezco sonrojada mirando mi regazo para que Trent no note lo mucho que me afecta.

—No tienes que dármelas. Siempre lo haré osito, siempre... —me dice poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja que se ha desprendido del moño.

Alzo el rostro y nuestras miradas colisionan, mi corazón va a explotar en mi pecho, esas palabras significan un mundo para mí, él lo significa todo. Trent ha dejado su mano en mi mejilla y me arde su contacto, cierro los ojos sintiendo su caricia. Con el pulgar me roza el pómulo izquierdo y baja hasta mis labios, los acaricia tan dulcemente, tan suavemente que creo morir. Ahogo un gemido y las ganas de lamerle el dedo.

—Antes estaban tan pálidos... Ahora tienen el color de las cerezas... —susurra con una voz raspada que me atraviesa el cuerpo y hace que tenga que apretar los muslos. Me aferro con fuerza a la ropa sobre mi regazo.

Entre nosotros hay como una corriente que nos atrae, no puede ser solo cosa mía, Trent también lo siente. Tengo ganas de abrazarlo, de hundirme en su cálido cuerpo, de besarlo, de tocarlo por todas partes... Pero no me muevo, no puedo, no debo.

—Trent... —murmuro implorando en silencio que me bese. Él se aparta de golpe rompiendo esa especie de electricidad y me dedica una sonrisa que para nada es verdadera.

—Vístete antes de que cojas frío, te espero fuera.

Y con esas palabras sale de ahí dejándome sola y anhelante... Seguramente todo está en mi imaginación, Trent solo me ve como a una hermana pequeña a la que cuidar y yo, que tengo novio, encima no paro de fantasear con él, con mi mejor amigo... Debo dejarlo ya, mi relación con Trent no va a ir a más, eso lo sé, pero no puedo evitar desearlo aunque sea consciente de que si cruzamos la línea, nuestra amistad se rompería para siempre. En el caso de que él sienta lo mismo que yo, cosa improbable. Además, a Trent nunca le duran las novias más de una semana y yo no quiero convertirme en otra más en la lista, prefiero ser su amiga y estar a su lado para siempre. Y tengo que centrarme en eso.

Me visto rápidamente con la ropa de Trent que me va enormemente grande pero es de lo más cómoda, siempre que él me deja una chaqueta o una sudadera o incluso alguna camiseta, me siento reconfortada, como si él me estuviera abrazando contínuamente. Inspiro el olor del cuello de la sudadera como una acosadora, me miro al espejo y me rio amargamente de mí misma ¿Cómo se supone que voy a enterrar estos sentimientos? Lo raro es que Trent no se haya dado cuenta.

El día que nos enamoramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora