Capítulo 25

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Tylwyth

Me apoyo en Trent y dejo que me lleve, no tengo fuerzas para protestar. Sigue sin parecerme una buena idea lo de meternos en la ducha, pero lo cierto es que realmente creo que una ducha de agua tibia me va a ir bien. Aunque sé que yo sola no seré capaz de mantenerme en pie mucho tiempo.

Trent me deja sentada sobre la taza del váter y enciende el agua de la ducha para buscar la temperatura adecuada, y yo lo miro absorta en sus movimientos. Apoyo la cabeza en la pared fría y contemplo a Trent ¿Que está pensando? La última vez que nos vimos estaba enfadado conmigo por haber negado sentir algo por él, o peor, por haber lanzado sus sentimientos hacia mí al suelo y pisotearlos, soy una una gran mentirosa y una idiota. Pero Trent parece estar bien, como siempre y eso... me entristece de alguna manera porque me da la razón. Solo me deseaba porque no me puede tener, teme que Matt nos separe y, por fin, se ha dado cuenta.

—Creo que ya tiene una buena temperatura —dice girándose hacia mí y después se quita la camiseta.

Casi se me sale el corazón del pecho y los ojos de las órbitas.

—¿Qué haces? —La voz se me entrecorta.

—Pues quitarme la ropa, no pretenderás que me meta con ella... —dice alzando los hombros como si tal cosa.

—¿Vamos a meternos juntos de verdad? —Seguramente mi cerebro tiene un cortocircuito a causa de la fiebre, pero empiezo a entender qué he aceptado.

—¿Y qué pensabas si no? Yo no quiero arriesgarme a que te me mates en la ducha, si a tu torpeza le añadimos la fiebre... todo es posible contigo. —Ríe.

—Si, si, muy gracioso... —replico frotándome la frente.

—Perdona osito, sé que no estás para bromas, pero realmente me preocupa. —Trent me acaricia la mejilla y yo lo miro con ojos llorosos a causa de la fiebre. Se inclina hacia mí y me besa la frente, un beso dulce y largo que me llega a lo más hondo de mi corazón.

—No... no pasa nada —contesto ensimismada con el tacto de sus cálidos labios sobre mi piel ardiente.

—¿Entonces te parece bien?

Me limito a asentir pero no voy a meterme desnuda, eso lo tengo claro.

—Voy a por mi bikini.

—No te preocupes, voy yo.

—Está en el último cajón de mi armario.

Trent no tarda en volver con mi bikini y me deja sola para que me cambie. No he podido evitar fijarme en el hematoma que tiene en sus cosillas. Estoy decidida a interrogarlo para que me diga qué demonios le ha ocurrido.

—Ya estoy —digo mientras me cubro con el albornoz y me siento de nuevo en la taza del váter. Es una tontería porque en unos segundos me lo tendré que quitar, pero me da vergüenza estar así ante Trent en el baño, aunque ya me ha visto en bikini millones de veces.

Trent abre la puerta y entra, en silencio se descalza y se quita los pantalones para quedarse en ropa interior.

No sé hacia dónde mirar. ¿Por qué tiene que estar tan bueno y hacer eso con los músculos? Quiero recorrer con mis manos todas las ondulaciones de su cuerpo, su ancha y musculosa espalda, su fuerte torso, sus perfectos abdominales, su cuello, sus venosos brazos... Trago saliva y aparto la mirada de sus piernas de atleta intentando mirar a cualquier parte menos al cuerpo de mi amigo. ¿Qué estamos haciendo? Esto es demasiado íntimo, más que dormir abrazados o cualquier caricia que hayamos compartido.

Es algo medicinal, solo se preocupa por mi, no es nada sexual... solo está en mi maldita cabeza, deja de ser una pervertida Tyl.

—Osito puedes mirarme, no voy a explotar si lo haces. —Emite su risa perfecta, esa que me crea cosquillas en la piel.

El día que nos enamoramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora