Tylwyth
Asiento y me pregunto por qué piensa que mi madre no va a querer verlo. Nos dirigimos a la tercera planta para ir a la habitación donde está mi madre. Cuando vamos a coger el ascensor, el teléfono de Matt empieza a sonar.
—Lo siento, es mi padre, tengo que cogerlo. —Se excusa mirándome.
—No te preocupes, cógelo, te esperamos en la habitación —le digo sonriendo.
Matt me da un beso rápido en los labios y se marcha hacia la salida, inconscientemente miro a Trent, quien está observando a todas partes menos a mí, y tiene los puños apretados.
Decido ignorarlo y centrarme en Richard, no tengo ganas de darle más vueltas a lo que siento por Trent o lo que pueda sentir él por mí.
—Y ¿De que conoce a mi madre? —le pregunto cuando entramos en el ascensor—. Nunca lo ha mencionado.
—Estudiamos juntos en la misma escuela de cocina hace ya muchos años, tu madre era increíble, siempre ha tenido mucho talento y ya por entonces brillaba por encima de todos...—dice mirando al frente, seguramente recordando con nostalgia aquellos tiempos, no se me pasa inadvertida esa descripción, parece que le tiene mucho cariño—. Pero nuestros caminos se separaron, supongo, aunque he intentado ponerme en contacto con ella, pero no me lo ha puesto muy fácil. —Ríe pero está claro que le importa mi madre, pero lo que no entiendo es que si Ellen adora a este hombre... ¿Por qué lo ha mantenido alejado de ella tanto tiempo? —. Aunque veo que le ha ido bien. —Me sonríe.
Quiero preguntarle más cosas sobre ellos, como por ejemplo si estuvieron saliendo juntos, cuándo fue la última vez que se habían visto y..., si él conoce a mi padre.
Pero la puerta del ascensor se abre y salimos al pasillo luminoso. No tardamos en encontrar la habitación trescientos ocho. Soy la primera en entrar y Trent me sigue de cerca, Ellen nos sonríe feliz fuera de la cama y corro a sus brazos mientras suelto un suspiro de alivio.
—¡Mamá! —La abrazo fuerte con lágrimas en los ojos.
—Con cuidado cariño, tengo el brazo en carne viva —se queja sin perder la sonrisa a pesar de lo mucho que seguramente le duele.
—¡Ya te vale mamá, eres de lo que no hay! ¿Cómo te atreves a no decirme nada? ¿Sabes lo preocupada que he estado? Prométeme que no volverás a hacer una cosa así. —La miro detenidamente y me duele el estómago cuando observo las vendas que envuelven su brazo derecho.
—Ay mi vida, no quería estropearte el fin de semana con Matt, lo siento mucho cariño. Pero estoy bien ¿Ves? No pasa nada. —Me sonríe limpiándome las lágrimas con la mano buena. Al verla de más cerca puedo observar que las ojeras oscurecen su rostro y acentúan las suaves arrugas de sus ojos.
—No estropeaste nada, en cuanto lo supe vine hacia aquí, pero no me dejaron verte —sollozo.
—Lo sé, me dijeron que habías venido, he estado toda la noche pensando en lo que tú estarías pensando. Pero estoy bien, solo tengo quemaduras de segundo grado en el antebrazo derecho, pero nada que el tiempo no cure. —Me aparta el pelo de la cara—. Siento todo esto, mi vida.
—No, yo lo siento por no haber estado contigo.
—No digas eso, no podrías haber evitado nada. Por cierto, muchas gracias Trent por estar con ella y por venir a verme. —Le sonríe a Trent por encima de mi hombro, quien se ha quedado en la puerta para darnos intimidad.
—Me alegro de que estés bien Ellen, y no tienes que agradecerme nada —dice acercándose y rodeando mi cintura para atraerme hacia él, como si supiera que necesito su fuerza para mantener la calma. Me gusta mucho que Trent me abrace, es como estar en un lugar seguro.
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El día que nos enamoramos
Roman d'amour"No estoy enamorada de mi mejor amigo, no estoy enamorada de mi mejor amigo, no estoy..." Ese es el mantra que tiene que repetirse a diario Tylwyth Bree cuando está con su vecino y mejor amigo Trent McTavish, el chico que desde pequeña ha sido su hé...