«Por fin, hoy será el último día. Hoy terminará todo».O eso se repetía Valeria en su cabeza. Mientras caminaba podía sentir el frío en sus pies descalzos y el viento hacía volar su cabello rojo, al igual que a sus lágrimas.
Al llegar al barandal se detuvo y lo apretó con fuerza, mientras se repetía el verso que tanto le identificaba de esa canción que tanto le hacía llorar.
Despierto sin ganas de otro día, y será el último.
Pocos me creen, hoy llega mi edén, lo asumo y ni dudo.
Lo juro, mi corazón advierte mi alma muerta, no es una amenaza, es una mentira que acabó siendo cierta.Recordar la primera vez que escuchó esa canción le saca una sonrisa sarcástica. Aquella vez, hace tres meses, cuando murió Dylan, sonrió al pensar que probablemente ella también acabaría en esa situación, pero rápidamente salió de sus pensamientos debido a que su positivismo la obligó a pensar que saldría de esa situación. Qué equivocada estuvo.
Llega el momento del día en que el cielo empieza a tener ese color hermoso que tanto le gusta, mejor conocido como ocaso. Valeria puede ver al Sol irse por el horizonte, por la bahía en donde su padre le enseñó a nadar hace un millón de años, y le invade la nostalgia mientras la canción sigue sonando.
Dejé la puerta abierta, y una nota medio escrita,
Se leía con dificultad “adiós mamá y papá” decía en ella.
Salí descalzo sin fuerzas, sin ganas.
Me imaginé en el suelo muerto y nadie lloraba.En el caso de Valeria, no le había dejado esa nota a sus padres, sino a sus tíos. Su casa estaba a unas cinco calles del Edificio Black, así que no le molestó caminar descalza hasta allá. Y sí, se imaginaba muerta en el suelo. Y sí, imaginaba que nadie lloraría por ella.
Y es que, ¿Quién lloraría por ella? Por la chica con cara siempre lúgubre que se sentaba hasta el fondo en todas las clases, no tenía amigos, y que acostumbraba vestir de negro. Nadie lloraría por ella.
Paseo por una calle solitaria.
Todo está oscuro y llueve, las farolas me observan y el paso del tiempo.
Me duele el filo de mi cuchilla, me aprieta, es ella.
¿Llegaré al final de la forma más fácil? La vida no es bella.En contradicción a lo que muchos pensaban de ella, no se cortaba las venas. Siempre sintió deseos de acabar con su vida de esa forma, pero nunca tuvo el coraje para hacerlo.
Y claro, sería redundante aclarar que no estaba lloviendo, y las farolas de las calles las encendían hasta que anocheciera.
Cuando se dio cuenta las lágrimas ya brotaban libremente, no podía hacer nada para evitarlo. Y tampoco quería, quería soltarlo todo antes de irse.
«Una vez que lo haya llorado todo, podré irme en paz».
Por un momento le pareció escuchar la voz de su madre, pero era imposible, pues estaba muerta desde hace más de cuatro años, así que lo asoció a un intento de su consciencia para convencerla de no quitarse la vida.
No funcionó.
El clímax de los pensamientos suicidas llegaron al escuchar tres versos de la canción que le revolvieron el estómago.
Tan solo busco estar solo ahora, en un laberinto sin salida.
Dejé de pedirle ayuda a Dios.
Hablo con mi consciencia a solas,
Ella me pide que apriete el gatillo y tengo miedo de decir adiós.
Lo siento si he fallado una vez más.
He notado la vergüenza al mirarme en el espejo, mamá.
Perdóname, te lo suplico,
No sé si me explico,
Estoy sentado en la barandilla de un séptimo piso.
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Mi amigo Thomas
Action¿Cuál es la línea que separa lo real de la ficción? ¿Lo que sabemos, lo que creemos saber, o lo que queremos que sea real? Valeria es una chica de diecinueve años de Valencia que aún no ha superado la muerte de sus padres. Su vida da un giro de de 1...