Aceleración.
Valeria.
En serio no puedo creer que estoy a punto de hacer esto.
Nunca he manejado un auto en mi vida, ni siquiera cuando Frank se ofreció a enseñarme a conducir. Y no tengo licencia de conducir, obvio.
Pero ahora que me propongo esto, los nervios me comen por dentro.
Agradezco que Georgina haya estado a mi lado para enseñarme (es su auto, no lo dejará en manos de alguien que no sepa manejar). Ayer me acompañó a mi primera sesión de terapia de grupo, y ella no tiene idea de cuánto se lo agradezco, pero aún así siento que cree que me defraudó.
Maldita sea, es la única que fue conmigo. Le dije que no quería que Frank y Alicia fueran conmigo, pero realmente ellos no quisieron ir conmigo.
Este es un camino en el que no podemos intervenir, dijeron.
Estamos en la carretera que va a Alicante, que por lo general está sola, así que es perfecto para mi primera lección de manejo. No sé por qué me dieron ganas de aprender, supongo que es algo que hacen las personas de mi edad y que debería aprender a hacer por si a Frank le pica un mosquito radioactivo y decide regalarme un auto.
Mierda, me oí como toda una blanca del primer mundo, jaja.
—Manos en 10 y 4 —me dice Georgina a mi lado.
—Lo tengo.
—¿Cinturón?
—Ajustado. ¿Y el tuyo?
—En su lugar. ¿Retrovisores?
—Perfectamente.
—Pon tu mano en la palanca —lo hago—. Presiona el botón, y muévela hasta D1, y quita tu pie del freno solo un poco —lo hago, y el auto empieza a avanzar.
—La puta que te parió —me asusto.
—Relájate, lo estás haciendo bien. Suelta el freno un poco más.
La lección sigue y cada vez el auto va más rápido. Aprendo a tener control del volante y trato de relajar mi mente. Conducir es divertido, debería hacerlo más seguido.
Georgina me dice que frene poco a poco, y lo hago. Al frenar completamente, me dice que lo ponga en P.
—Muy bien, pero ahora, ¿quieres acelerar? —me pregunta con una sonrisa.
—¿A qué te refieres? —pregunto temiendo la respuesta.
—Mueve la palanca de nuevo a D1, quita el pie del freno y ponlo poco a poco en el acelerador.
—¿Estás segura?.
—¿Qué puede salir mal?.
—Podríamos morir, por dar un ejemplo.
—No si haces lo que yo te diga. ¿Harás lo que te diga? —amo a esa mujer.
—Sí, confío en ti.
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Mi amigo Thomas
Action¿Cuál es la línea que separa lo real de la ficción? ¿Lo que sabemos, lo que creemos saber, o lo que queremos que sea real? Valeria es una chica de diecinueve años de Valencia que aún no ha superado la muerte de sus padres. Su vida da un giro de de 1...