(29) Irritación

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Valeria.

¿Se supone que tendría que tener palabras ahora? Creo que el quedarme sin palabras está completamente justificado.

Estoy encerrada en el calabozo de un asesino serial, y el que creí responsable apareció para decirme que era producto de mi imaginación. Y lo peor es que me ha hecho dudar de la situación, de si esto que está pasando es real o solo está pasando en mi cabeza.

No puede ser una alucinación, el miedo que sentí estos días es tan fuerte que a duras penas lo aguanto, mucho peor que una simple pesadilla. El disparo que mató a Isaza se escuchó real, al igual que su sangre salpicándome, y el cuerpo inconsciente de Tomás cayendo a mis pies.

Esto definitivamente es real.

Pero por otro lado, Thomas atravesó la reja como si nada, como si fuera puro humo... así que puede que esto no sea real. Pero también puede ser que todo fuera real, y esta escena es producto de mi imaginación para tranquilizarme. Puede ser...

¡Ya no sé ni siquiera qué puede ser!

—¿En serio todavía estás pensando en lo que te dije? —la voz de Thomas me saca de mis pensamientos.

—Me gustaría un poco más de sensibilidad. Thomas, me acabas de decir que...

—Te acabo de dar la llave para salir de aquí. La mente humana es algo realmente poderoso, así que creo que si te lo propones podrías incluso matar a Juan.

—¿Crees? ¿No se supone que eres mi consciencia?

—Yo no afirmo nada, para eso no fui creado.

—Thomas, en serio, necesito tu ayuda —empieza a formarse un nudo en mi garganta. Estoy desesperada.

—Ya te dije que no puedo ayudarte, Valeria. Esto debes hacerlo tú. Y realmente, eres la única que podría hacer algo, yo no tengo forma física. Bueno, nos vemos —me guiña el ojo.

—¿Nos...? ¿En serio me vas a dejar aquí? ¡No puedes!

—Pues mírame hacerlo.

Y tal como si fuera humo, se desvaneció frente a mí.

Y eso es todo. Estoy sola y atrapada, sin posibilidad de salir con vida. Sin darme cuenta la respiración me falla y empiezo a hiperventilarme y dar vueltas en círculos con las manos en la cabeza.

Trato de recordar todo lo que Thomas me dijo: se supone que si me lo propongo, podría salir de esta con vida e incluso matar a Juan. Per ¿Cómo? Estoy acá abajo, sola, sin salida, sin contacto con el mundo exterior, y ni siquiera sé qué día es.

—¿Con quién hablabas? —escucho una voz masculina frente a mí, y levanto la cara para ver a Juan, con una ceja arqueada y limpiándose las manos con un pañuelo.

—Suelo hablar sola —miento. No sé cómo saldré de aquí, pero no pienso darle ni una pista.

—Mientes —afirma con simpleza—. ¿Olvidas que te he estado observando a ti y a Tomás los últimos días?

—¿Qué hiciste con el? —escuchar su nombre me altera. Ese chico me ha estado acompañando los últimos, tal vez creyendo que estaba loca por creer que él me ayudó en el Edificio Black, pero ahora entendí qué fue lo que pasó, y siento que debería saberlo. Sin contar, claro, que no quiero que muera más nadie.

—¿Por qué tan preocupada? Era un simple peón al que usé para mis fines personales.

—¿Era? ¿En tiempo pasado?

—Ah, sí —dice con diversión mientras hace una especie de ademán con sus manos y el pañuelo para que yo las vea, y comprendo que la suciedad en sus manos es sangre—. Digamos que su contrato no abarcaba el final de temporada. Y no, no va a volver para la próxima temporada.

Mi amigo ThomasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora