(14) Invitación

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Invitación

Valeria.

No he vuelto a hablar con Georgina. Desde que se fue de mi casa ayer no me ha escrito, y yo tampoco voy a escribirle. Pienso que lo mejor para nosotras es tomarnos un tiempo para pensar un poco las cosas. Para mí, no hay mejor medicina que la distancia.

Hoy sí fui a clases, y Georgina no me habló nunca, cosa que me desagradó rotundamente, pero luego cedí teniendo en cuenta lo que había pensado temprano. Pero aún así se siente un poco doloroso el que tu mejor amiga decida alejarse porque no te sientes lista para una relación con ella.

Es increíble el hecho de que me he sentido mejor estos días, después de haber ido al maldito grupo de ayuda. Pero no me siento mejor por ello, sino porque pude confrontar mis sentimientos y ponerme firme ante Georgina, y esa, para mí, fue la prueba de que definitivamente no soy un monstruo, que tengo emociones. Lo único que me diferencia del resto, es que yo no sucumbo ante lo que mis emociones piden a gritos, y en ese sentido, pienso que m falta mucho por mejorar.

Pero todo tendrá su tiempo.

Al llegar a mi casa me relajo con una tasa de manzanilla, no fumando, y eso ya es un avance significativo.

Entro a mi cuarto y decido ser feliz, y eso significa no hacer mi tarea sino hasta la noche. Escucho música, escribo música, leo un poco... como a las seis de la tarde estoy tan relajada que hasta se me olvida que Georgina no me habla.

Me asomo por la ventana para ver el ocaso, y de la emoción por la belleza natural que contemplo decido salir por ella y sentarme en el techo.

Nunca había hecho esto. Supongo que Thomas debió hacerlo todas las veces que ha venido a verme.

Pronto se hace de noche y decido entrar. La calle está iluminada por las farolas, pero mi cuarto está oscuro porque dejé la luz apagada. Justo cuando me levanto, escucho aquella voz gruesa y suave.

—¿Cómo estás? —esa voz...

—¿Te criaron ninjas o qué? —río—. Ni siquiera te escuché subir la pared —me volteo hacia Thomas.

—No respondiste mi pregunta —su cara es seria. No muestra señales de que mi chiste le diera risa.

—¿Por qué tan serio?

—Porque te hice una pregunta, y no me has respondido —¿Qué mierda? A este chico le dije que podíamos ser amigos, y ahora está encima de mí.

—Sé un poco más específico, Thomas.

—Emocionalmente. ¿Cómo estás emocionalmente?

—¿Qué te contó Georgina?

—Georgina es víctima de ese inútil sentimiento humano conocido como amor, algo a lo que ni tú ni yo nos doblegamos. Su opinión en este momento es completamente parcial y nublada por el sentimiento de no ser suficiente para ti. Es por eso que te preguntó a ti lo que pasó y cómo te sientes al respecto, porque tú mantienes la cabeza fría a pesar de todo.

—¿Estudias filosofía, teología, o algo parecido?

—En la teología no hay nada parecido a la filosofía. La filosofía es como buscar un gato negro en una habitación oscura; la teología es como buscar un gato negro en una habitación oscura, y afirmar que lo encontraste para que todos lo crean, y burlarte de quienes no lo han encontrado, infiriendo que lo encontraste debido a tu supuesta superioridad.

—¿Y después soy yo quien se desvía de los temas? —se mantiene inmutable—. Thomas, ¿por qué no sonríes como antes? La primera vez que viniste a verme eras muy sonriente, ahora no. Ahora pareces...

Mi amigo ThomasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora