Georgina.
Solo han pasado dos días desde que se emitió la orden de captura contra Tomás, por lo que posiblemente esta sea una mala idea. No obstante a eso, ¿Qué peligro puedo estar corriendo? No soy nada para Tomás, mucho menos Juan. Al principio creí que el y yo también corremos peligro, porque fuimos nosotros y Valeria los que encontraron el cadáver de Pedro, lo que hizo caer el ojo público contra Tomás.
Es algo que no me dejó dormir la primera noche, después que llevamos a Valeria a su casa. Quise quedarme con ella, pero mi madre insistió en que fuera a la casa cuanto antes, ya que no sabíamos si Tomás solo buscaba a Valeria o a mí también.
El día siguiente no fuimos a clase, ni Valeria ni yo, y el director lo entendió perfectamente. Ese día la policía creyó dar con una pista, luego de recibir el chivatazo de que había alguien parecido a Tomás en el centro. No era el, pero vi la foto del sospechoso, y sí tenían su parecido.
Ese día Juan fue a mi casa a ver cómo estaba, y mis padres lo dejaron pasar luego de que les expliqué que lo conozco de la fiesta a la que fui sin Valeria, y ellos me creyeron. El Boinas me llevó chocolates y pastillas para dormir, por si las necesitaba. Fue bastante atento conmigo, y me tranquilizó bastante saber que a pesar de todo lo tengo a el.
Mi made protestó con la policía, ya que apostaron sendas patrullas de vigilancia frente a la casa de Valeria, pero no en la nuestra, pero yo la tranquilicé al hacerle ver que, realmente (cuando ya estuve más calmada) que Tomás no tenía ninguna razón para ir a por mí.
Al tercer día, hoy, la atmósfera sí se mostró extrañamente cambiada, reconfortante... ¡Parecía que nada había pasado! Había intentado comunicarme con Valeria, pero no me contestó nunca el celular. Temía que hubiera caído de nuevo en esa espiral de depresión en que se sumió cuando nos peleamos, pero Alicia (quien sí me contestó las llamadas) me aseguró que estaba comiendo bien, y hablaba con naturalidad. Decidió creerle, porque no tenía otra forma de averiguar cómo estaba (no podía pedirle a Juan que fuera a su casa, pues obviamente Valeria y el no se llevan bien).
Pero algo que realmente me preocupaba (y me sigue preocupando) es que la última vez que Valeria se deprimió sobrevivió porque tuvo a Thomas para consolarle y motivarla, pero ahora sabemos que realmente se llama Tomás y posiblemente quería viva a Valeria para hacerle algo después; visto así, la crió como cerdo para el matadero.
Posiblemente debí sugerirle a Juan el invitar a Valeria, pero habría sido una estupidez pedirle que saliera de su casa con un asesino tras ella. Pasamos por su casa, conscientes que no nos dejarían siquiera pisar el jardín, pero me conformé con ver una luz prendida en su cuarto, lo que significaba que al menos estaba despierta.
Ah, por cierto, me escapé de mi casa para salir con Juan, que me invitó a comer pizza. Ya expliqué las razones del por qué posiblemente sea una mala idea, pero este chico me gusta y me cae bien; confío en el, a pesar que Valeria claramente no lo haga.
Tal vez dicha confianza que le doy a Juan se base en el ansia que tengo de olvidar a Valeria, pero es algo en lo que decido no pensar, porque, después de todo, la vida es muy corta como para andar comprendiéndola, y si alguien busca matarme, que lo haga después de haber reído un rato.
Llegamos a un restaurante de pizza que abrió hace poco, cerca de Cakeland; Juan se estaciona y bajamos del auto. El interior del lugar es parecido a Cakeland, lo que resulta confortante. Me siento en una mesa libre, y Juan se sienta frente a mí. Hay unos menúes frente a nosotros.
—¿Qué quieres pedir? —me pregunta.
—¿Yo? No, pide tú —digo sin dejar de leer los nombres de las pizzas que allí venden.
ESTÁS LEYENDO
Mi amigo Thomas
Ação¿Cuál es la línea que separa lo real de la ficción? ¿Lo que sabemos, lo que creemos saber, o lo que queremos que sea real? Valeria es una chica de diecinueve años de Valencia que aún no ha superado la muerte de sus padres. Su vida da un giro de de 1...