Intuición
Valeria.
Dice el dicho que debes pensar mal y acertarás. Bueno, yo pienso muy mal.
Si mi intuición no me falla, Tomás está metido en algo, y tengo la extraña sensación de que debo ser yo quien lo averigüe. ¿Por qué? No lo sé, no se me hace nada justo que sea otra persona. La verdad, solo Frank y Alicia me extrañarían si resulta que Tomás es un asesino y está planeando matarme, y aprovecha que me serviré a mí misma en bandeja de plata.
Le conté a Thomas de la fiesta, y me prohibió explícitamente ir. Como si fuera mi padre, joder, puedo cuidarme sola. Le aseguro, cruzando los dedos en mi espalda, que no me acercaré a esa fiesta, y el parece creerme. Iluso.
La fiesta es al día siguiente, sábado... día de la terapia de grupo. Puta madre. Se supone que tengo que ir, porque Ana me lo ordenó, y el tal Rodrigo le va a chismosear si no voy. Pero esto es más interesante, tal vez por el riesgo de muerte. Seamos sinceros, el riesgo de muerte hace que todo sea más interesante.
No le aviso a Georgina sobre Juan, ni lo que pasó con... ahora que lo pienso, no le he hablado sobre Thomas aún. Bueno, supongo que pasará un buen tiempo antes de contarle, teniendo en cuenta que no me habla.
Pero de algo que definitivamente no quiero hablar es el beso que Thomas me dio. Jesús, qué labios tan deliciosos. Sacudo mi mente para alejar ese pensamiento, debo concentrarme en mi objetivo.
El sábado a las 8 PM, Frank se dispone a llevarme a la terapia, pero yo insisto en que puedo llegar sola. No parece molestarle.
Nunca había estado en el campus de la universidad, se supone que me iré a Leganés a estudiar. Pidiendo indicaciones llego a la dirección que Pedro me pasó el día anterior.
Es una casa de tres plantas, ubicada en una bonita zona. Por lo que me contaron, la casa es propiedad de una fraternidad con un nombre raro que olvidé diez segundos después que me lo dijeron.
Adentro el ambiente representa toda una fiesta universitaria: luces apagadas, música electrónica, personas saltando como locas, e incluso percibo olores extraños que asumo que son distintos tipos de drogas.
A Pedro le veo de reojo, pero el parece fijarse perfectamente en mí. Corrió hacia donde yo estaba, vestido como un completo idiota con luces de neón encima, me abrazó y olí el alcohol en su ropa. Me dio la bienvenida y me dijo que me divirtiera. Nos hablábamos a los oídos para poder escuchar bien, ya que la música está tan fuerte que es imposible que nos escuchemos a una distancia normal.
¿Este chico tendrá algo que ver con lo que Thomas me contó? No lo creo, parece tan inocentemente idiota... aunque las apariencias engañan, debo decir.
—¿Dónde está Tomás? —le pregunto.
—¿El Tommy? Debe estar con alguna perra, no sé. ¿Por qué cada vez que me ves me preguntas sobre el? —primero fue por curiosidad, y ahora porque creo que es un asesino.
—Mera curiosidad, solo te conozco a ti en este sitio.
—¡Eso no es problema! Ven, te presento a las mejores personas que conocerás en tu vida.
Me toma del brazo y me dirige hacia un grupo de personas que aparentemente están bailando (digo bailando porque es lo que más se acerca, simplemente están moviéndose lentamente sin siquiera seguirle el ritmo a la música.
Me presenta a sus amigos, pero dentro de poco olvido sus nombres, ya que no me interesan en lo absoluto.
Las personas que bailaban dejan de hacerlo para hablarme, pero pronto la conversación deriva en estupideces como el hecho de que las rubias sean "más deliciosas" que las pelirrojas, y esas cosas. Hay hombres y mujeres en el grupo, y eso me sorprende, pero no me molesta en lo absoluto. Mi objetivo es Tomás.
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Mi amigo Thomas
Action¿Cuál es la línea que separa lo real de la ficción? ¿Lo que sabemos, lo que creemos saber, o lo que queremos que sea real? Valeria es una chica de diecinueve años de Valencia que aún no ha superado la muerte de sus padres. Su vida da un giro de de 1...