Desunión.
Valeria.
Sé lo que están pensando.
Ustedes creen que a partir de ahora esta será una dulce y romántica historia LGBTQXYZ. Y sí, gran parte de mí quiere que así sea, pero la otra parte tiene el ínfimo presentimiento de que esto recién comienza, que a partir de ahora se viene el declive de mi relación con Georgina. Lo bueno del pesimismo es que cuando lo malo llega a pasar no te duele tanto como a los positivistas. O al menos así lo veo yo.
Ese chico de cabello negro y ojos marrones, Thomas, me abrió los ojos para escribir sobre lo que me dolía, y pedirle perdón a Georgina en el proceso.
Pero no podía llevar mi guitarra eléctrica a su casa, porque yo quería que sonara más romántico, así que tomé algunos de mis ahorros y compré una acústica.
No había ido al colegio ese día porque… no me dio la gana, realmente.
Pasé unas horas tratando de aprender a usar la guitarra acústica, no es tan distinta que la eléctrica, y me fui a casa de Georgina. Y no crean ni por un segundo que tenía todo eso del sexo planeado, fue más bien un impulso.
Maldición, tocar la guitarra para cantarle a la tu mejor amiga, pidiéndole disculpas por lo que hiciste, y sabiendo que esa mejor amiga quiere darte como cajón que no cierra…
¡No me culpen por lo que pasó! Nunca les dije que esta sería una historia apta para todo público.
Como sea, después de tener unos cuantos orgasmos, Georgina y yo decidimos que era suficiente. Al principio me acosté boca arriba en su cama, esperando que ella hiciera lo mismo, o se acostase dándome la espalda. Pero no, se acostó en mi pecho. En ese momento sentí un enorme y repentino ataque de lo que ahora relaciono con náuseas. No por ninguna razón que conociera, simplemente no sentía ganas de estar acostada así con ella. Pero verla así, tan soñolienta y susceptible…
Me hizo recordar a la última vez que tuve sexo con Dylan, tras el cual me quedé acostada en su pecho, como acostumbraba hacer.
Dylan…
Tenía tiempo sin pensar en el, y realmente ya no me duele como antes.
Me siento como cuando volví a tocar la guitarra, y recordé a Dylan y aquella vez que fui suya. No me duele recordarlo, la nostalgia de su recuerdo ahora es alegría por aquellos lindos momentos que pasamos.
Solo han pasado tres meses, por lo que no sé si realmente ya lo superé, pero hoy día no me duele para nada el recordar a Dylan. Y otra cosa de la que me doy cuenta es que tampoco he sentido necesidad de fumar. Llevo ya como dos semanas limpia, desde aquel día en que Rodríguez no me dejó entrar a clases y Georgina me acompañó a visitar a mis padres.
Antes era una necesidad insaciable, algo que necesitaba hacer para que la nicotina hiciera su trabajo de hacerme olvidar toda la mierda… pero ya no siento ganas de fumar. Ni siquiera cuando pasé domingo y lunes encerrada, pensando en Georgina, sentí la más mínima necesidad del cigarrillo.
Traté de dormir con Georgina sobre mi cuerpo, pero me fue imposible.
Tuve que fingir que Alicia me llamaba por teléfono para poder levantarme, y tener excusa para irme. Pude notar la desilusión en su cara, y me dolió bastante, pero más me iba a doler quedarme ahí, por razones que desconozco.
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Mi amigo Thomas
Action¿Cuál es la línea que separa lo real de la ficción? ¿Lo que sabemos, lo que creemos saber, o lo que queremos que sea real? Valeria es una chica de diecinueve años de Valencia que aún no ha superado la muerte de sus padres. Su vida da un giro de de 1...