Capítulo 3

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Pasaron casi dos semanas cuando terminó de leer el libro sobre su clan, el libro de cocina era útil, pero ocupaba más cosas, no tenía sal, ni pimienta, no tenía palillos, ni vaporera para el arroz, necesitaba material para comenzar con ese dichoso fuinjutsu, el arte de la familia, estiró sus bracitos bostezando con descaro, hoy tenía un día ocupado, salió escondiéndose como siempre entre los techos, ya tenía su ruta armada de tablas y laminas entre techos, comenzó a correr suavemente para no llamar la atención, al llegar al centro buscó su primer objetivo, sal, se acostó en el techo buscando en las tiendas a algún despistado o despistada, levantó un puchero, andaban atentos a los ladrones, giró su cabeza buscando más opciones, abrió sus ojos demasiado, una cafetería, había una mesa vacía junto a la ventana con un genial salero en la orilla y un paquete de palillos de madera, corrió con velocidad bajando en un callejón, tenía que hacer algo con su cabello, era muy llamativo, corrió con velocidad estirando su manita tomando el salero y los palillos, salió de la vista pública, con velocidad los ocultó en su mochila de sapito que el viejo le había dado, ya tenía dudas sobre si era su regalo o del sensei de su padre, el sannin de los sapos, también tenía un monedero y pijama de sapito, paró en seco con una idea en mente ¿si el dinero que recibía era de su herencia? "hijo de puta" ese maldito anciano no le había dado nada, todo era suyo, como quiera lo usaría, le convenía estar en paz con el kage "maldito viejo senil".

Nuevamente observó el panorama, le faltaban bastantes cosas, ¿qué más podía llevarse mientras tanto? giró sus azules afilados con cuidado, abrió sus ojos con sorpresa, en el basurero había una muñeca con un largo cabello, era horrible, la tomó y la metió en su mochila, observó que más podía servirle, vio con cuidado una señora pintar su rostro con unas muestras en una tienda de maquillaje, mordió su mejilla pensando con cuidado como obtener ese pequeño estuche, la vio salir con una bolsita de tela con su objetivo dentro, la vió alejarse y sacar las llaves de su casa, apretó el ceño, corrió ocultándose con cuidado, cuando estaba por cerrar la puerta de su casa la señora, Naruto jaló la bolsa, salió huyendo del lugar hacia la torre Hokage sin parar, al llegar respiraba agitado, guardó el maquillaje en su mochila, subió las escaleras tratando de tranquilizar su respiración, hizo crecer sus gemas viéndose adorable, tocó la puerta de la oficina -pase-

El pequeño rubio entró con un puchero -jiji no me quieren vender un cuaderno y un pincel, quiero aprender a escribir ttebayo, los demás niños ya saben -sus ojos se cristalizaron, el anciano sonrió agradable -no te preocupes Naruto, veamos -llamó a su asistente -consigue para el niño, cuadernos, lápices, tinta y pincel, necesita practicar mucho para aprender a escribir -el rubio sonrió lindo con sus grandes gemas -gracias jiji, eres el mejor ttebayo -el anciano acarició su cabeza -¿cómo piensas iniciar a aprender?, cuéntame -el rubio mintió -en el orfanato aprendí un poco viendo al resto de los niños, practicaré con un libro viejo que encontré en la basura -el anciano sonrió, sacó un pase para la biblioteca y lo firmó -si ocupas más apoyo pasa a la biblioteca con este pase, es la autorización del Hokage, no podrán negarse, toma este otro, en la oficina de recursos del segundo piso de este edificio te darán el material que ocupas, cuadernos y material de escritorio, sólo no seas desperdiciado -el pequeño lo abrazó con cariño -gracias jiji -la secretaria entró haciendo mala cara al niño, le entregó el material, el pequeño se agachó frente al escritorio, metió todo en su mochila de sapito -adiós jiji, gracias -

Mientras salía de la oficina su rostro cambió a uno lleno de diversión y maldad, ahora lo más importante, ir a comer, moría de hambre, había tenido una mañana bastante agitada, con cuidado sobre los techos nuevamente se escabulló, entró a su humilde residencia y se preparó de comer con un poco de sal, cuando terminó masticaba con emoción su comida, limpió una pequeña lágrima, nunca había comido algo con sabor, su comida era insípida por lo general.

El infantil y el bravucón (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora