Capítulo 4

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Comenzó a arrancar el cabello de la muñeca con cuidado de no romperlo, usó dos ligas, con ellas lo amarró formando dos coletas, lo colocó sobre su cabello viéndose al espejo con diversión, sacó el maquillaje, cubrió sus marquitas -soy una niña linda -se rio de él mismo, peinó con su viejo cepillo robado las coletas, acomodó la peluca, conseguiría una mejor ya que estaba disfrazado, sacó su dinero, al final tenía bastante guardado, nadie le vendía.

Salió con calma por la aldea siendo precavido viendo que nadie ponía atención sobre él, caminó con tranquilidad más relajado, entró en una tienda y consiguió una peluca decente, unas ligas para peinarla y un peine nuevo, apretó el ceño al ver que con esa apariencia la gente no le robaba, entró a una tienda de ropa, consiguió una blusa más de niña, en color azul marino, era suficiente, corrió al departamento, de inmediato colocó la nueva peluca y la nueva blusa, sonrió convencido, de esa manera salió con total libertad hacia la biblioteca, mostró su pase, lo dejaron entrar, se sentó, sacó un libro de introducción al fuinjutsu y comenzó a leer, el libro decía que la escritura debía ser perfecta, venían las muestras, con su lápiz comenzó a tratar de hacer los kanjis, primero era lo primero, escribir bien, después usaría el pincel, de ese modo no desperdiciaría.

Por las tardes se llevaba el libro para seguir practicando su escritura con dedicación, por la noche después de bañarse comenzó a leerlo adecuadamente sin necesidad de practicar, quería saber ¿qué más necesitaba? apretó el ceño "chakra" -me lleva el carajo -continuó leyendo asombrándose en la parte de crear sellos con su chakra, para eso su control de chakra debía ser exageradamente bueno, lo leía con emoción, se imaginó como su padre de adulto, con un chaleco jounin y un corte genial, colocando sellos a todos sus rivales, la aldea besándole los malditos pies, rio con algo de emoción y maldad.

….

El rubio leía con cuidado sobre el chakra, dedicaría unas horas al chakra y otras a practicar, toda la mañana se había dedicado a practicar su escritura y a aprenderse de memoria los kanjis, por la tarde llevó dos libros a su casa, uno de como aprende a manejar el chakra y el otro de nivel uno de fuinjutsu, por la tarde se la dedicaría al chakra y después de bañarse iniciaría con fuinjutsu, mientras leía se daba cuenta que existían distintos tipos de chakra, mordía una manzana mientras lo hacía, lo primero que debía despertar para iniciar era su propio chakra, debía sentarse, relajarse completamente, sentir como el aire entraba lentamente a sus pulmones y como salía durante algunas minutos hasta que fuera conciente del aire en su cuerpo, cuando lograra esta situación, debía buscar en su pecho un calor agradable e imaginar que jalaba de él, si lo conseguía, habría logrado liberar el chakra, observó el ejercicio en el libro bastantes veces para no matarse en el proceso, se sentó en el suelo, el libro decía que debía ser paciente, la mayoría lo lograba a los días.

El pequeño se sentó en forma de mariposa, cerró sus ojos y respiró, inhaló bastante aire dentro de algunos segundos, lo sacó lentamente, algunas veces después comenzó a imaginar como el aire cubría sus pulmones y llegaba a su estómago, como salía de él cuando exhalaba, llegando a ese punto comenzó a buscar en su pecho un calor agradable, identificó dos calores, uno en su estómago y otro en su pecho, siguió las instrucciones jalando el de su pecho ligeramente, abrió sus ojos con sorpresa al verse rodeado de ese chakra azul, sonrió con maldad, lo había hecho a la primera, rio con burla -bola de perdedores-

Observó como salía sin control el chakra, dejó de sacar chakra, tomó el libro, continuó leyendo atentamente lo que decían las páginas, "primer ejercicio básico de control de chakra, sostenga una hoja de árbol en su frente, entre más chakra tenga, más trabajo costará mantener la hoja, es imperativo pasar este ejercicio para continuar los demás"  Naruto levantó un puchero, se acercó a su ventana, vio el árbol, estiró su manita arrancando unas hojas, cuando las arrancó algo llamó su atención -¿quién demonios eres? -el anbu lo vio con cuidado, no le agradó su lenguaje -Hokage-sama me ordenó vigilar que no te dañaran nuevamente, únicamente paso de vez en cuando, no te preocupes -el rubio mordió su mejilla con duda -¿supongo irás de soplón con el anciano? -el anbu lo observó por un momento -mi orden es vigilar que no te lastimen, no solicitaron un reporte de tus acciones-

El rubio sacó su lengua con diversión -si me acusas lo negaré todo, diré que me lastimaste, jiji me creerá -el pequeño anbu lo observó con sus onix cuidadosamente, había un poco de molestia por su amenaza -¿qué ganas con ocultar tus avances y travesuras? -el Uzumaki entró a su departamento quitado de la pena -eso es lógico, el anciano me oculta cosas, ¿por qué demonios le compartiré mi vida? ahora sí me disculpas, continuaré -comadreja lo observaba con cuidado, el Hokage le había ordenado darse una vuelta diario, a diario trataba de verlo a distintas horas aunque sea un momento, lo había visto escabullirse en la aldea y robar, entendía el porqué, el Hokage le explicó el trato de los aldeanos, lo vio salir disfrazado y conseguir cosas que ocupaba, hoy lo descubrió liberando su chakra, trató de ver el libro en el que dedicaba tanto tiempo, era sobre el control de chakra, realmente el pequeño lo tenía bastante sorprendido, no tenía ni una pizca de idiota, lo vio entrar con ese rostro lleno de dolor a la oficina kage y salir con su mochila de sapito llena y una sonrisa bastante curiosa.

¿A qué se refería con que el Hokage le ocultaba cosas?, mordió su mejilla con duda, abrió sus ojos con sorpresa viendo al hokag6e subir las escaleras, el rubio tenía seguro en su puerta, escuchó los pasos, guardó todo con velocidad sacando su cuaderno y un lápiz, el Hokage tocó al ver que la puerta estaba cerrada, el pequeño abrió, el anciano observó con calma el lugar mientras fumaba de su pipa -Naruto-kun, veo que te estás esforzándote mucho, me da gusto -el rubio sonrió lindo -gracias jiji, quiero ser muy inteligente como tú algún día -el anciano sonrió, le entregó un sobre -aquí está tu mesada pequeño, cuídala bien -Naruto asintió, sus ojos se hicieron enormes y tristes, su aura se veía depresiva -oye jiji, ¿sabes por qué no tengo papá y mamá? -el Hokage sacó el humo de su pipa observando al pequeño con cuidado, bastante serio -¿quiénes fueron papá y mamá? -el anciano apretó el ceño -aunque te lo diga, no servirá de nada, el que está muerto no revivirá -el rubio lo vio salir de su casa, levantó su mano mostrando el dedo medio -viejo desgraciado -sacó nuevamente sus cosas, continuó practicando, ahora entendía comadreja, el niño estaba cabreado porque le ocultaba sus raíces el Hokage, tal vez tenía razón en estar cabreado.

El infantil y el bravucón (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora