Capítulo 3: ¿Qué haces?

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A Elena no le costó encontrar el lugar donde se celebraba el cine en la playa. Estaba algo nerviosa, pero se sintió mejor al ver que bastante gente había acudido. Un grupo de jóvenes pasó por su lado, comentando animadamente la película que ponían. Era famosa, la segunda parte de la popular saga de Los juegos del hambre, seguro que eso ayudaba a que tanta gente hubiera bajado a la playa a verla.

Formaban grupos, círculos, algunos estaban sentados en sillas y otros, jóvenes de su edad y adolescentes, utilizaban toallas para sentarse en la arena. Elena no había venido preparada y fue a sentarse en el muro que separaba la arena del paseo marítimo, desde donde también tenía buenas vistas de la pantalla.

La próxima vez vendría mejor preparada, decidió aún antes de que hubiese empezado la película. Incluso prepararía palomitas y llevaría la bolsa, lo hubiera hecho si no hubiese salido tan apresuradamente de la casa. No quiso pensar en Damon para que su mal humor no contaminase el buen ambiente que reinaba en la playa, eso era justo lo que necesitaba.

Siguió llegando gente durante los diez minutos más que tardó en empezar la película. No fue la única que tomó asiento en el muro. Algunos de los que paseaban se sentaban allí por un rato y después se iban, unos pocos se sentaron de forma permanente, como el joven que se sentó a su derecha.

El chico era bastante sociable y en apenas unos minutos empezó a hacerle pequeños comentarios sobre la película. Al principio Elena solo sonreía con timidez y asentía o negaba simplemente, hasta que empezó a soltarse con Mason, como el chico le dijo que se llamaba.

• Mírale, el mayor pringado de la historia y todas babeando por él. – protestó Mason en voz baja, señalando la pantalla donde se estaban decidiendo quién volvería de nuevo a la arena y el chico se ofrecía para acompañar a la chica de la que estaba enamorado. – No lo entiendo, no sé qué le ven.

• Lo hace por ella. – se encogió de hombros Elena.

• ¿Tú también? – movió la cabeza con resignación.

• Yo no he dicho eso. – sonrió.

• Dime que no, por favor. Sorpréndeme. – sonrió ahora Mason, concentrado únicamente en ella. – Me encanta sorprenderme. –le pidió.

• El otro es un idiota egoísta, por descarte no queda otro. – explicó la chica. – Aunque sea un poco pringado. – rió por lo bajo.

• Bueno, lo acepto. – cedió Mason, aunque no era la respuesta que esperaba tampoco era la que temía. – Supongo que tendrá que valerme.

Continuaron hablando durante toda la película. El tiempo se les pasó muy rápido y el final les pilló por sorpresa. Elena incluso comprobó la hora en su móvil, vio que tenía un par de mensajes de su madre y los dejó para contestarlos luego.

• A mí también se me ha hecho corto. – comentó Mason al verla mirando la hora.

El chico se levantó, sacudiéndose los restos de arena de los pantalones cortos. Miró en dirección a la orilla y un chico levantó la mano, haciéndole señas. Mason asintió en su dirección y después se giró hacia Elena.

• Mis amigos. – explicó. La chica se fijó mejor y vio que eran dos chicos y dos chicas que estaban recogiendo. – Están en plan parejitas, por eso necesitaba un respiro. ¿Quieres venirte a tomar algo con nosotros? – propuso, tendiéndole la mano.

Elena dudó, sintiéndose insegura de repente. Una cosa era pasar un rato con él, allí en un lugar lleno de gente, pero no estaba segura de irse con él. Después de todo no dejaba de ser un extraño y no era algo con lo que se sintiese cómoda.

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