Capítulo 16: No me haces caso

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Elena no pudo ponerse con el ordenador hasta después de comer. Damon se había subido en cuanto terminó con el postre, Ric y Jenna se mostraron encantados de tener un rato a solas y no se preocuparon demasiado por lo que hiciera la chica mientras.

Elena encontró un archivo adjunto en su correo, un documento de Word que Damon le había enviado a altas horas de la mañana. No supo que le sorprendió más, si que por primera vez hubiera escrito un capítulo entero o que hubiera tomado su idea prestada para escribir el capítulo que a ella no le acababa de salir. La chica volvió a mirar la hora de envío, mordiéndose el labio inferior con gesto preocupado. Ya había notado a Damon algo apático y como cansado esa mañana en la playa, ni siquiera se había ido al agua tanto como solía, y se preguntó cuánto habría dormido, si es que había dormido algo.

La curiosidad pronto superó a cualquier recelo y se puso a leer. Terminó boquiabierta y encantada con el resultado, tanto que salió casi corriendo en busca del chico para decírselo. Probó directamente en la habitación de Stefan, que era provisionalmente la de Damon, y entró aprovechándose de que la puerta solo estaba entornada.

Dentro reinaba la penumbra y el bulto que era Damon en la cama se removió y protestó ante la entrada de Elena.

• Perdona. ¿Estabas dormido? – pregunta la chica tímidamente, hablando en voz baja.

• No. – refunfuñó el chico, molesto con él mismo aunque Elena pensó de primeras que era con ella por molestarle.

Se incorporó en la cama y se frotó la cara, después espió por detrás del hombro de la chica.

• ¿Qué pasa, pequeña? – utilizó el mote al no ver moros en la costa.

• Ya te he leído. – dijo Elena, iluminándosele la cara.

• Ah. – Damon se sintió casi tan nervioso como cuando se lo había mandado al terminarlo. Había estado a punto de no hacerlo y guardar ese capítulo en la carpeta de borradores que nunca verían la luz. Solo esperaba no arrepentirse de habérselo mandado finalmente. - ¿Y qué te ha parecido? – preguntó completamente inseguro.

Elena se acercó entusiasmada, casi como si levitase, y se dejó caer en la cama a su lado. Damon se movió un poco hacia al lateral, poniendo más espacio entre ellos en la cama de forma instintiva.

• Es genial. – sonrió ampliamente.

• ¿De verdad? – preguntó Damon, en un tono que dejaba claro que no pensaba igual.

• Es mucho mejor de lo que había imaginado. – respondió Elena, con tanta seriedad que al chico se le escapó una risita.

El capítulo no era perfecto, estaba lleno de las habituales repeticiones de palabras y pequeñas faltas de ortografía que Damon metía completamente aposta y de las que Elena no le comentaba nada para no avergonzarle. Pero aparte de esos detalles, la chica no veía absolutamente nada malo en él. A ella le gustaba como escribía Damon y la forma en que solía captar a Damien. Escribía poco, especialmente comparado con ella, y se notaba que le costaba, pero Elena no podía haber pedido un compañero mejor.

• Gracias. – sonrió Elena, extendiendo la mano y acariciándole levemente el brazo, un contacto que sabía que Damon podía soportar y que hasta apreciaba. Además le ofreció tizas de la caja que cogió de la mesilla, ya que Damon se había adueñado de ella desde anoche.

Damon también sonrió al ver que lo feliz que la había hecho con tan poco, mucho más de lo que esperaba cuando anoche se le ocurrió escribir el libro que quería Elena, solo para ella y en agradecimiento a lo que hacía por él. Era consciente de que tendría que sacrificarse y meter algo de romance, porque era lo que le gustaba a la chica, pero pretendía hacer de la acción la línea principal. Para eso contaba con el carácter de Damien, que era incapaz de mirar para otro lado ante los problemas, especialmente cuando había injusticias de por medio.

Mientras escriboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora