Capítulo 19: Turning points

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El móvil de Elena empezó a sonar justo cuando estaba aparcando, por lo que lo dejó sonar mientras terminaba. Quién llamaba no se rindió y probó de nuevo enseguida. Estaba vez Elena lo cogió antes de que sonaran todos los tonos, suspirando disimuladamente al ver el nombre en la pantalla.

• Hola Ric. – saludó sin que se le notara nada.

Como el trabajo del chico en la universidad no le permitía ausentarse más días, Ric y Jenna no habían podido escaparse para ver a Damon, pero le llamaban diariamente para saber cómo estaba. Y si por lo que fuera no podían localizarle, entonces recurrían a ella, como supuso que debería ser el caso.

• ¿Qué tal Elena? ¿Todo bien por allí? – preguntó el chico y Elena se apiadó de él al notar el cansancio en su voz. Jenna le había comentado que Ric estaba bastante agobiado con el trabajo y prefirió achacar el cansancio a eso en vez de relacionarlo con la sobreprotección a Damon, quién estaba perfectamente.

• Sí, Ric, aún seguimos sin novedades.

• He estado llamando a Damon, pero no me lo coge. – confesó Ric, algo preocupado por ello.

Elena se llevó una mano a la frente al ver confirmada su intuición y cerró el coche con cuidado antes de responder.

• No tendrá el móvil. – le explicó. – Aún le estarán haciendo pruebas. – por eso Damon había insistido en que se fuera al menos un rato a casa en vez de quedarse allí esperando a solas. Se había puesto tan pesado que Elena al final había acabado cediendo para que se callara y se había ido a darse una ducha y cambiarse de ropa. Como no sabía cuanto tiempo retendrían a Damon, también había aprovechado para desayunar. Justo estaba llegando al hospital cuando Ric había llamado. – Estoy subiendo a la habitación, le diré que te llame en cuanto pueda, ¿vale?

• Genial. Gracias Elena. De verdad, muchas gracias. – respondió Ric, completamente sincero en su agradecimiento.

• No es nada, Ric. Damon está bien, solo ha sido una caída tonta. No es necesario que te preocupes tanto. – dijo Elena, algo incómoda porque Ric lo hiciera sonar todo tan serio e importante cuando en realidad no lo era.

• No lo entiendes, Elena. – contestó Ric, y Elena pudo oírle suspirar a través del teléfono. – La familia de Damon... es como si no la tuviera. – explicó, algo inseguro al estar revelando algo de la intimidad de su amigo. – Si no nos preocupamos nosotros por él, ¿quién va a hacerlo, Elena? No tiene a nadie más. Solo queremos que sepa que no está solo, pase lo que pase.

• Estoy yo. – respondió Elena, soltando lo primero que le pasó por la mente sin pararse a pensarlo primero. – Quiero decir. – se apresuró a corregirse ante lo raro que había sonado eso. – Que no va a estar solo porque yo también estoy aquí.

• Lo sé, ¿por qué crees que Jenna no se ha plantado allí? Ella está libre. Pero sabemos que contigo está en buenas manos. ¿Sí? Un momento. – alzó la voz Ric, no hablando con Elena. – Tengo que dejarte, llamaré más tarde.

• Que te sea leve. – dijo Elena.

• Gracias. – respondió Ric, y por el tono de su voz a Elena le pareció que estaba sonriendo.

El chico colgó y al fin pudo entrar en el ascensor, había estado esperando fuera porque se quedaría sin cobertura y no quería dejar a Ric a medias. Saludó a las enfermeras al pasar y entró en la habitación de Damon, que estaba vacía.

Sin nada que hacer, tomó asiento en la silla y se puso a leer el libro que había traído para entretenerse. Como las viejas costumbres eran difíciles de olvidar, había vuelto a recaer en Damien. Nunca se cansaba de él, aunque se lo supiera casi de memoria. Estaba totalmente absorbida por la brillante descripción de la desesperación de Damien al comprender que sus enemigos se habían llevado a su mujer, tanto que ni siquiera oyó abrirse la puerta ni como entraban Damon y un celador.

Mientras escriboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora