Capítulo 26: No es lo que parece

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Damon no pudo evitar empezar a asustarse al no encontrar a Elena. Era irracional y lo sabía, trató de calmarse y pensó que seguramente le habría mandado un mensaje, necesitaba su móvil.  Corrió a por él para encontrarlo sin batería y tuvo que esperar mientras se cargaba un poco.

Aprovechó para coger el teléfono fijo y marcó a casa de sus amigos.

-          Hola colega, hasta que por fin das señales de vida. – le saludó Ric con voz un poco ronca. Él también estaba resacoso, por eso se había ido a casa al mediodía con la excusa de que no se encontraba bien y aprovechando que ya no era necesario. – Lo pasaste bien anoche, ¿eh?

-          ¿Está Elena ahí? – le ignoró Damon, preguntando lo único que le interesaba.

-          No la he visto hoy. – respondió Ric, sin darle importancia a ese hecho. – Jenna se ha ido a hacer la compra, ¿te vienes y me cuentas?

-          Joder, ¿y cuándo se habrá ido para no haber llegado aún? – reflexionó Damon en voz alta, volviendo a ignorar a su amigo.

Preocupado, cogió el móvil sin desconectarlo del cargador y se puso a revisar los mensajes. Tenía llamadas de Andie y de Ric, mensajes de sus dos amigos y de un número desconocido que se identificó como el de Enzo, pero ni rastro de Elena.

-          ¿Pero no estaba contigo? ¿Cómo no vas a saber cuándo se ha ido? – preguntó Ric, empezando a fijarse en lo que Damon estaba diciendo. – Damon, ¿qué pasa?

-          Avísame cuando llegue, colega. – le pidió Damon, colgando sin esperar respuesta a la vez escribía un mensaje para Elena con la otra mano.

Recorrió de nuevo el piso mientras esperaba respuesta. La cama de invitados estaba hecha, no sabía si aposta o no, pero la realidad era que no quedaba ni rastro de la presencia de Elena allí. Su móvil empezó a sonar y Damon voló hacia su habitación, tirándose en la cama para alcanzarlo más rápido porque el tono indicaba que se trataba de una llamada.

-          ¿Sí? – preguntó esperanzado, apoyándose sobre los codos en el colchón.

-          Al fin Damon, ni se te ocurra colgarme. – le amenazó Andie, que era quién le llamaba y no Elena como esperaba. – Lo tuyo no es normal, ¿voy a tener que empezar a pedirte audiencia cada vez que necesite hablar contigo?

-          ¿Qué quieres Andie? – preguntó el chico, llevándose una mano a la cabeza sin ganas de hablar en ese momento con su editora.

-          Menos humos, Damon. ¿Te crees que eres el único escritor con el que trabajo? – le advirtió ella en tono serio. – Mañana a las 10 tengo una reunión muy importante organizar el lanzamiento de tu libro. Deberías venir.

-          ¿Qué lanzamiento? – preguntó Damon sin entender.

-          Pues el tuyo, que por cierto, deberías ir pensando un título. – respondió Andie exasperada porque era completamente obvio. – Me alegro de que por fin hayas entrado en razón. Te has alejado un poco de tu estilo habitual, pero da igual, la premisa es buena. ¿Tienes algo más? Si me lo mandas ahora me da tiempo a tenerlo para mañana.

-          Andie, ¿de qué me estás hablando? – la cortó Damon con seriedad, incorporándose en la cama llevado por un terrible presentimiento.

-          De los capítulos que me mandaste. ¿Tú estás bien? – se extrañó Andie porque su comportamiento estaba siendo demasiado raro, hasta para él.

-          No, Andie, no lo entiendes. – empezó a explicar, cerrando los ojos porque el dolor de cabeza causado por la resaca y el agobio se había incrementado de golpe. – Ha habido un error...

Mientras escriboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora