Capítulo 8: ¿Escribir juntos? ¿Cómo se hace eso?

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Elena se quedó tan sorprendida que incluso se detuvo y, por unos instantes, lo único que hicieron sus manos fue estar simplemente sobre la espalda de Damon. El chico se removió, un poco incómodo, y eso la hizo volver al mundo real.

• Claro que sigue en pie. – sonrió feliz porque hubiera accedido. Estaba segura de que era una buena idea y se alegraba de que Damon lo hubiera visto. – Pero no sé cómo ayudarte, tendremos que descubrirlo juntos. Nunca he escrito con nadie. – le explicó, retomando la tarea de aplicarle la crema. – En realidad... - continuó algo asegura, pero decidió arriesgarse y aprovechar el momento que estaban compartiendo. – nadie sabe que escribo. – confesó poniéndose algo roja, y agradeció que el chico estuviese de espaldas y no pudiera verla.

• ¿Ni siquiera Stefan? – preguntó Damon para asegurarse, ya que eso explicaba muchas cosas, como que su amigo no le hubiese advertido.

• Nadie. – repitió Elena. – Y me gustaría que siguiera siendo así.

• ¿Tercera condición?

• Si quieres verlo así. – contestó, esforzándose porque no pareciera importante cuando para ella sí lo era. Le daba algo de vergüenza que su familia y amigos lo supieran.

• Sin problema, yo también prefiero que se quede entre nosotros. – asintió el chico. - ¿Te falta mucho?

• No, ya estás. – respondió Elena, y fue a lavarse las manos al baño.

Damon seguía mirando la playa por la ventana cuando volvió y solo pareció reaccionar al oírla entrar. Hizo girar la silla hasta mirarla.

• Ya me voy. – dijo, estirándose para coger la camiseta que había dejado sobre la mesa.

• No te la pongas aún, espérate un poco o te quitarás todo el after sun. – le aconsejó Elena, yendo a sentarse en la cama, apoyando la espalda contra el cabecero.

El chico asintió y pareció cambiar de idea, porque hizo girar la silla varias veces, como si no supiera donde mirar, si a la playa o a ella.

• ¿Te gustan las vistas, no? – preguntó Elena, mirando también hacia la ventana.

• Me gusta como se ve la playa de noche, es tan tranquila y relajante. – dijo el chico, apoyando la barbilla sobre sus brazos cruzados y mirando por la ventana.

• ¿Por qué no te quedaste esta habitación? Llegaste primero, podrías haberlo hecho.

Damon movió negativamente la cabeza.

• Tú no habías venido nunca. – susurró a modo de explicación. – Ya tendremos tiempo de pelearnos por la habitación si volvemos a coincidir, y entonces sabrás lo que te pierdes. – medio sonrió. – Ahora es mi turno.

• ¿Tu turno? – se extrañó Elena, que se había tumbado en la cama y miraba hacia al techo, pensando que así Damon no se sentiría incómodo y seguiría allí.

• Tú me has hecho una pregunta, ahora me toca a mí preguntar. Quid pro quo. – se giró hacia ella, mirándola intensamente y esperó a que le diera permiso para continuar. - ¿Por qué Damien y no inventar tus propios personajes? – preguntó curioso cuando asintió.

• Bueno, Damien me gusta. – respondió Elena pensativa, pero Damon siguió escrutándola atentamente y se dio cuenta de que esa respuesta no le bastaba, así que pensó algo más. – Más que me gusta diría que me encanta, es mi personaje literario preferido. – se corrigió. – Me leí los cuatro primeros libros en poco más de una semana y luego tuve que esperar a que saliera el quinto. Mientras esperaba, no podía dejar de pensar en lo injusto que había sido lo que les había pasado a Damien y Hannah, y un día mientras buscaba información sobre los libros, encontré una página de fics. Empecé a leer y después a escribir para intentar compensar un poco. – le explicó.

Mientras escriboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora