Capítulo 10: Una de cal y otra de arena

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Pasaron algunos días antes de que tuvieran lista la primera actualización de su historia conjunta. Damon se había ofrecido e insistido en que debía ser él quién cambiase las partes que ya estaban escritas, ya que será su culpa que Elena tuviera que cambiar algo. Habían decidido no modificar el prólogo ya que solo aparecía Damien terminando su misión actual y recibiendo la llamada de su jefe en el FBI para que se presentara urgentemente en las oficinas para darle una misión, infiltrarse en una rica zona residencial. Los restantes detalles de la misión se los darían después, cuando estuviese completamente integrado. Ahí ni siquiera se nombraba a Hannah, por lo que no había nada que cambiar.

En el que era oficialmente el primer capítulo la cosa ya cambiaba y Damon cambió todas las referencias a Hannah por las de Charlie, diminutivo de Charlotte, el nombre que habían decidido ponerle a su personaje. A parte de eso, el otro cambio importante fue la inclusión del flashback de como se habían conocido los protagonistas. Damon no había sido capaz de escribir nada más. No es que hiciera falta de momento, pero eso no le tenía precisamente de buen humor. Al final lo había dejado por imposible y le había mandado el capítulo modificado a Elena a la dirección de email que la chica le había dado para no andar liados con pen drives, que era más incómodo.

La chica estaba desayunando con el ordenador frente a ella en la mesa para poder leer cuando Damon bajó.

Buenos días. – le saludó animadamente y Damon solo musitó el suyo. – Ya he visto que anoche me mandaste el capítulo, estaba leyéndolo.

¿Y qué te parece? – preguntó el chico, sirviéndose una taza de café y evitando mirarla para que no notara sus nervios.

No debería estar nervioso, ni siquiera era enteramente su propio trabajo para poder estarlo, ni era como cuando le mandaba un borrador a Andie. No tenía motivos razonables para estar tan nervioso que casi le temblaban las manos. Sujetando con fuerza la taza, fue a sentarse frente a Elena.

Está bien, es lo que comentamos. ¿Por qué no has añadido nada? – preguntó porque le había dicho que podía añadir lo que quisiera.

No se me ocurrió nada que mereciera la pena. – murmuró bajando la vista.

No importa, ya se te ocurrirá. – Elena no le dio ninguna importancia. – Eso es lo bueno de ser dos, que no depende de que sea uno solo el que tenga que pensar.

Damon asintió porque ¿qué otra cosa iba a decirle si no? ¿Qué se había hecho ilusiones por haber escrito un poco el otro día y que el maldito bloqueo seguía atormentándole? No era algo que pudiera comentar con Elena porque primero tendría que contarle quién era de verdad.

Voy a subirlo, ¿te parece? – propuso Elena, apartando el plato con los restos del desayuno para acercarse el ordenador.

Súbelo. – aceptó Damon, sabiendo que no había nada más que pudiera hacer.

Con curiosidad, porque realmente no sabía de qué estaba hablando, movió la silla para colocarse al lado de Elena y ver lo que hacía.

¿Seguro que no quieres hacerte una cuenta? – le preguntó Elena mientras entraba en la página. No le parecía justo llevarse todo el mérito y le había sugerido que se hiciera una cuenta para que pudiera subirlos él también.

Damon había dicho que no hacía falta, igual que volvió a negarse ahora.

Como quieras. – aceptó Elena resignada. – Pero pienso poner que no lo escribo sola. – le advirtió.

Mientras escriboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora