Capítulo 11: Separados

24 4 1
                                    

Cuando Elena despertó, estaba sola en casa y lo supo casi al instante, en cuanto salió de su habitación desperezándose y vio la puerta de la de Damon abierta de par en par, mostrando una habitación impoluta lista para albergar huéspedes. A simple vista costaba creer que alguien hubiera pasado la noche allí.

Era la primera vez que estaba completamente sola en la casa desde que había llegado y ver la habitación de huéspedes sin las cosas de Damon a la vista fue lo que la hizo caer en la cuenta. Aunque tampoco es que fuera a tener tiempo de sentirse sola, estaría ocupada con el desayuno y las tareas diarias hasta que sus padres llegaran a media mañana.

De hecho se adelantaron un poco y llegaron cuando la chica estaba terminando de sacar toallas limpias para ellos. Bajó corriendo a recibirles, encontrándose envuelta en uno de los grandes abrazos de su padre. Grayson no era hombre de muchas palabras, pero siempre era afectuoso con su hija.

Miranda esperó ansiosamente su turno, tomando el relevo de su marido cuando éste se apartó.

Me vais a ahogar. – protestó quedamente la chica.

Lo siento cariño, pero teníamos muchas ganas de verte. – se disculpó Miranda, separándose un poco mientras la sujetaba por los antebrazos. – Estás bastante morena, ¿estás bien? ¿Todo bien con ese chico?

Sí, mamá. – asintió Elena e intercambió una mirada con su padre. Grayson asintió levemente, demostrando que también estaba un poco preocupado.

Bueno, ¿y dónde está? ¿No vas a presentarnos al misterioso Damon? – siguió preguntando su madre, mirando a todas partes. – Os hemos traído algo.

Elena aceptó de manos de su madre una pequeña neverita portátil que contenía un gran táper con flan casero, el que era su postre favorito desde pequeña. En este momento no se sintió nada contenta con Damon por haber huido y dejarla con el marrón de decírselo a sus padres, cuando obviamente ellos contaban con él.

Gracias mamá. – la sonrió, tomando aire para soltar las palabras que había ensayado la noche anterior para enfrentarse a este momento. – Damon no está. Lo siente mucho pero ha tenido que irse a Nueva York por un asunto de trabajo, una reunión o algo así.

¿En sábado? – se extrañó su madre.

Eso me dijo. – contestó Elena, tratando de sonar despreocupada para que Miranda dejara el tema.

¿Y cuál es ese trabajo que le reclama en fin de semana? – le insistió la mujer.

Pues exactamente no lo sé. – respondió Elena sinceramente. – Damon es bastante reservado con sus cosas. ¿No estudió con Stefan en la universidad? Supongo que trabajara en lo mismo, puede que hasta en la misma empresa. ¿No tenían una sede en Nueva York también? – improvisó un poco en la última parte, aunque era lo que ella creía.

No lo sé, cariño. Ah, también te hemos traído otra cosa.

El alivio de Elena porque hubiera dejado de preguntarle sobre Damon duró poco, solo los instantes que su madre tardó en sacar un fajo de cartas del bolso y los que ella tardó en reconocer la letra al tomarlas. Eran de Matt.

¿De dónde las ha sacado? – preguntó, esforzándose en mantener la calma.

Estaban en el buzón y van todas a tu nombre. – intervino Grayson.

Mientras escriboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora