Capítulo 14: Matt

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Venga, reconoce que te ha gustado. – le dijo Elena a Damon cuando terminó la película. – Si no tiene nada de malo que te guste Desdentao, a todo el mundo le gusta.

¿Una peli de dibujos? – replicó el chico mientras abandonaban la playa, como si fuese lo más impensable del mundo.

De animación. – le corrigió ella.

Es lo mismo.

No te quejes tanto, que me has dejado sin palomitas. – protestó ahora Elena, viendo que era imposible razonar con él.

Encima de que no me avisas de que era de dibujos. – se defendió él, sin el menor ápice de remordimientos.

Animación. – le corrigió Elena una vez más.

Lo mismo me da que me da lo mismo, pequeña. – sonrió burlón. - ¿Quieres que tomemos algo? – propuso. - Pero en un sitio de mayores, ¿eh?

Que tonto eres cuando quieres. – replicó Elena, fulminándole con la mirada.

Damon se llevó la mano al pecho, fingiendo estar herido, y Elena le sacó la lengua en respuesta. Estaba a punto de aceptar su propuesta cuando le pareció reconocer a alguien en la oscuridad. No quiso girarse para no resultar evidente, pero trató de ojear como pudo.

Estaban en la parte iluminada del paseo, a la que daban todas las terrazas de los bares y cafeterías, y en un reflejo Elena llegó a atisbar mejor a la misma persona de antes.

Otro día. – disimuló ante Damon, que ya iba hacía una mesa libre.

¿Seguro? Aún no es muy tarde. – se extrañó el chico, deteniéndose a medio camino.

Sí, estoy cansada. – fingió un bostezo.

Vale. – cedió Damon, no oponiendo más resistencia.

Cuando llegaron a casa, Elena se puso con el portátil en su habitación. Damon se quedó guardando la toalla que habían llevado para sentarse en la arena y las cosas que les habían sobrado. Después se preparó para irse a la cama. Salía de la habitación de Stefan tras haberse lavado los dientes, cuando notó que había luz en la habitación de Elena. Eso le extrañó tanto que llamó a la puerta.

¿No te ibas a la cama? – preguntó cuando le dejó pasar.

Estoy en la cama. – señaló la chica. Solo se había quitado las sandalias y estaba tumbada sobre la colcha, con el ordenador en el regazo. - ¿Querías algo, Damon? – se adelantó antes de que volviera a preguntar.

¿Qué te pasa? Estás rarísima. – dijo, negando con la cabeza.

No sé de que hablas. – disimuló Elena, bajando la mirada hasta la pantalla del ordenador.

El chico frunció el ceño. Ni siquiera podía sostenerle la mirada, sabía perfectamente que le estaba mintiendo.

Oye, ya sé que quizás no soy el más indicado, pero se me da bien escuchar si quieres. – ofreció con cuidado.

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