Capítulo 17: Si tú eres cabezota, yo lo soy más

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Elena estaba vistiéndose en su cuarto cuando el sonido de un portazo la hizo salir al pasillo.

• ¿Damon? – le llamó, porque sabía que sus amigos ya se habían ido. Le habían mandado un mensaje al móvil para que lo supiera y suponía que Damon tendría otro parecido. - ¿Todo bien? – preguntó, acercándose a la puerta cerrada de la habitación de enfrente, ya que la de la otra habitación estaba abierta.

• Sí, perdona si te he despertado. Se me ha escapado. – respondió Damon refiriéndose al portazo, desde dentro y sin abrir.

• Ya estaba despierta. Voy a desayunar, ¿te preparo algo? – preguntó, llevando la mano al pomo y tratando de abrir, pero lo dejó enseguida al encontrar oposición.

• Café, ahora bajo. – aseguró Damon, que apoyaba todo su peso contra la puerta. Suspiró aliviado cuando Elena volvió a meterse en su habitación, dejándole tranquilo.

El hombro le dolía ahora mucho más que cuando se había caído. Además se le había hinchado durante la noche y lo tenía muy amoratado. Apenas podía moverlo y, como era diestro, había tenido que apañárselas para abrir la puerta con la izquierda. Como no se manejaba bien con esa mano, había acabado dando sin querer el portazo que alertó a Elena.

***

Unos minutos después, cuando Elena estaba sirviendo café en dos tazas, llamaron al timbre. Fue a abrir llevando la suya en la mano.

• Ah, hola Mason. Que madrugador. – saludó, sorprendida al encontrarle allí, junto a un adolescente al que sujetaba por el brazo. Lo había pasado bien con Mason las veces que habían salido pero era evidente que buscaba más y ella no estaba segura de querer dar ese paso, por muy bien que le cayera.

• Sí, me gusta empezar el día temprano. – sonrió él. - ¿Te importa si te hago una pregunta? – preguntó, cambiando a una expresión seria.

• Dime. – se preocupó Elena al instante. - ¿Queréis pasar? – ofreció, apartándose un poco y dejando la taza en la mesita de la entrada.

Mason negó con la cabeza y tiró del niño hasta colocarle delante de él. El chico protestó diciendo que le hacía daño, pero Mason le hizo callar apoyando las manos en sus hombros.

• El que vive contigo, ¿cómo se llama? ¿Damon Salvatore? – preguntó, notándosele claramente que a pesar de todo Damon no le caía muy bien.

• No sé cuál es el apellido de Damon. – reconoció Elena, apenándose al darse cuenta de este hecho.

• Este es Tyler, mi sobrino. – al fin Mason le presentó al chico. – Y tiene cierta tendencia a escaparse por las noches a la pista de obstáculos que hay en las afueras. Cuéntale a quién viste anoche. – le ordenó a Tyler.

A regañadientes, el chico confesó y le contó la misma historia que su tío había escuchado de refilón cuando se la estaba contando a uno de sus amigos por teléfono. A estas alturas Elena estaba bastante familiarizada con la moto y el casco de Damon, y no necesitó más para reconocer al piloto que Tyler describía.

• Supongo que ya lo sabrás pero ya sabes cómo son las urgencias. Pensé que debía decírtelo por si aún no había vuelto. – explicó Mason, tratando de ganar puntos con ella y no dudando que Damon habría actuado como una persona responsable y habría ido a que le viera un médico.

• Claro. – respondió Elena, aún aturdida por la noticia. – La verdad es que no sabía nada. – ni Ric ni Jenna le habían mencionado una caída en su mensaje y eso que a Damon le había dejado con ellos. – Damon está arriba, iré a enterarme.

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