Capítulo 22.

27 7 0
                                    

Comenzaba a pensar que con el paso del tiempo,JungKook se volvió cada vez más permisivo o a decirlo de otra manera, más débil, eso o simplemente se había cansado de lo mismo todo el tiempo, por lo que cuando pasó una semana él me dejó regresar con mi padre, esta vez yo iba preparada para cualquier cosa, desde que volviera a suceder lo de la vez pasada hasta que me aventara la comida, no importa que fuera lo que él hiciera, no importaba por que ese hombre no era del todo mi padre y porque había pasado cosas más fuertes que eso y las había superado de mejor manera.

Llevaba en mis manos la bandeja con comida, un poco de sopa y una carne asada con algo de ensalada, parecía que le costaba mucho comer, por lo que todo estaba cortado en pequeñas porciones, como si fueran para un niño, desconocía quien era la persona encargada de todo esto pero sin duda se lo agradecía mucho; Minji me abrió la puerta y yo entré, la bandeja pesaba pero lo que en realidad lo que me hacía temblar era él. 

Dejé la bandeja en una mesita que llevé hasta la cama, tomé una silla y me senté al lado de la mesita, papá se acomodó a la orilla de la cama, no me miraba ni nada, parecía que de algún modo no me reconocía y tenía toda la razón, la última vez que él me había visto fue cuando yo tenía nueve años. 

No sé cuantos minutos pasaron cuando él tomó la cuchara de la mesita y la llevó a la sopa pero hasta ahí se quedó, la sopa ya no humeaba como cuando la traje y pensé que era por eso que no comía, tal vez por que estuvo muy caliente y por que ahora estaba muy fría. A pesar de eso, me tranquilicé, no estaba siendo como creí... o al menos así era hasta que él aventó las cosas al suelo, los platos se rompieron, la comida quedó en el suelo y pronto la mesita también, después fui tomada del cabello y llevada a la salida como si fuera una intrusa... un monstruo que había invadido su privacidad. 

Yo iba preparada para todo, sí, claro, sólo me había mentalizado acerca de eso pero la verdad es que no era así, me había dolido demasiado la manera en la que había sido desalojada, como una mala persona que él no quería volver a ver en su vida. Respiré con fuerza y me fui, no me quedé a ver nada, contuve las lágrimas y el nudo en mi  garganta y estómago, mañana sería otro día, sí. 

...

El mañana siempre es mejor, y así fue, esta vez no hubo sopa en el suelo ni jalones de cabello pero eso no significaba que fuera lo mejor del mundo, por mi parte yo iba entusiasmada esperando lo mejor y por su parte, él decidió quedarse sentado mirando el vaho de la sopa y no comer nada, finalmente me fui con la comida intacta en la bandeja. 

El tercer día fue casi lo mismo, con excepción de que al menos había movido la comida del plato, como si estuviera jugando con ella, tampoco me vio pero ya era un avance, parecía que se iba acostumbrando a mi presencia. 

El cuarto día dio sorbitos a la sopa y picó la carne pero dejó casi todo intacto, eso ya era un avance. 
Para el quinto día se terminó la sopa y para el séptimo se terminó la sopa y dejó a medias el plato de ensalada. 

El séptimo fue el buen día, se terminó todo y yo no pude evitar sonreír, sin embargo el octavo día volvió a retroceder y me lanzó el plato de sopa caliente, logré esquivarlo pero si me dio un gran susto. 

El noveno regresó a lo mismo, se terminó todo y logré ver una leve sonrisa que me hizo sonreír a mi también y correr a buscar a Minji sin embargo no la encontré por ningún lado, finalmente bajé a la sala de estar para contarle la buena nueva pero la encontré muy ruborizada conversando con aquel hombre que si bien nos había ayudado mucho yo no dejaba de creer que era un maldito asalta cunas pervertido, me enojé por ello por que todo ese tiempo que no había pasado al lado de ella él la estaba aprovechando para poder convencerla de algo. 

No la busqué más por ese día de lo molesta que me encontraba y me fui a dormir con un enorme dolor de cabeza.

El décimo día regresé a mi trabajo de concentración con mi padre, no pensé en Minji por mi propio bien porque no quería que las cosas se salieran de control en presencia de mi padre, no eran celos, era enojo por que no quería que ella terminara mal... o más bien era preocupación pero JungKook tenía razón, no podíamos impedir algo así del todo, además de que no podía correr a decirle nada porque prácticamente había desaparecido de mi radar. Papá comió todo sin rechistar y yo me pregunté si no había nada más en la cocina que siempre le daban sopa y carne con ensalada aunque tampoco sabía que era lo que le daban en el manicomio, si es que lo alimentaban por que sólo hasta ahora lo había visto mejor,seguía siendo piel y huesos pero se veía mejor que la primera vez que lo vi, no pude evitar sonreír por ello. 

El onceavo día le ofrecí algo más de comer pero él se negó, no pronunció palabra, sólo negó, eso me hizo pensar que no había escuchado su voz desde que llegó y anhelaba poder hacerlo. El doceavo y treceavo día fueron lo mismo, solo comer y nada de charlas. 

El catorceavo día fue cuando las cosas cambiaron y él me miró por primera vez, algo en su mirada era extraño, me examinaba, yo estaba entusiasmada esperando que me reconociera, que viera en mi algo de la niña que lo vio por última vez pero no hubo nada, cuando acabó de comer se recostó y nada más. 

Inhalé profundamente cuando salí de la habitación, ni las luces de Minji y tampoco quería bajar a ver si estaba conversando con ese hombre, me sentía más sola que nunca, con mis hermanos presentes no sentía ese vacío, después con JungKook me sentía protegida y cuando quise a Minji me sentí en familia, ahora no tenía a ninguno, mis hermanos estaban lejos, JungKook desaparecido y Minji no había cruzado palabra conmigo desde que comencé a ver a mi padre. 

Bajé a la sala principal en busca de lo que ya sabía que encontraría pero no había nadie, no se encontraba nadie, eso me hizo sentir peor, más sola y abandonada pero no dejé que el sentimiento me ganara, pude ver en la sala principal, un piano de cola color rojo brillante, me acerqué a él, estaba pulido y relucía mucho, sin pedir permiso me senté en el banquillo y destapé las teclas, toqué unas al azar, recordando mi feliz infancia y lo mucho que odio que todo se haya acabado, vi las partituras, busqué una canción que fuera de mi agrado y cuando la había encontrado traté de tocarla, fallando en el intento muchas veces hasta que me cansé. 

Así de fracasada me sentía en la vida, así de fracasada me sentía en todo y a lo mejor exageraba pero era algo que había practicado yo muchas veces cuando era niña y ahora no recordaba nada, casi como toda mi infancia, sentía que estaba perdiendo a papá lo había recuperado y le estaba perdiendo de nuevo, la única amiga que había conseguido también la estaba perdiendo, me sentía sola y a la deriva, de hecho, después de un tiempo en mi vida siempre estuve sola... y a la deriva.

Maquiavelismo  [KookMin] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora