Capítulo 27.

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                                                                                 Callum

Me quedé mirando cómo se marchaba con las manos dentro de los bolsillos de su polerón. Maldije una y otra vez mi estúpido comportamiento, en particular mis arrebatadas acciones que me han llevado a espantar a Damm, no podía dejar que mis sentimientos se mezclen hacia alguien como él, somos amigos y no pasará nada más allá de eso, definitivamente no. Intenté calmarme pero eso me llevaba a encender otro cigarrillo más y llamar al cáncer para que me consuma de una vez por todas, sentir el humo del cigarro llegar hasta mi garganta y después expulsarlo en argollas me entretenía, mantenía a mi mente ocupada en vez de estar pensando en lo que acaba de suceder. El cielo parecía comenzar a nublarse, nubes grises intentaban tapar la luna pero ésta se lo impedía, quería seguir brillando al igual que mis instintos ahora, quieren seguir charlando con Damm pero la he cagado como siempre y se ha marchado como de costumbre. El camino hasta la granja se volvió un poco más difícil, la cantidad de luz había descendido junto a la temperatura, sentía que moriría de hipotermia si me demoraba un poco más en llegar. Toqué la puerta tres veces hasta que Kim abrió, no había nadie en la sala a excepción de ella.

— ¿Dónde andabas?—Se cruzó de brazos luego de que me senté en uno de los sofás.

—Caminando—Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, la miré.

— ¿Dónde están todos?

—Arriba, durmiendo supongo—Se acercó lentamente hasta ubicarse entre mis piernas, comenzó a desabrocharse la camisa de jeans que traía y la detuve cuando iba a la altura de las tetas.

—No es el momento de tener sexo, nos pueden pillar—Le un poco más la camisa.

— ¿Y a mí qué?, no creo que se mueran por ver a dos personas follar ¿O sí?—Sonrió con malicia, quitó mis manos de sus pechos y, terminó finalmente por quitarse la camisa.

—Que atrevida eres...—Tomé su cintura y la atraje hacia mí para luego proceder a besar sus grandes tetas, le tapé la boca para impedir que gima.

—No gimas, no quiero que te vean desnuda—Le bajé los pantalones hasta la altura de sus muslos y luego bajé sus bragas sin despegar mi cabeza de sus pechos. Mi lengua comenzó a moverse en círculos sobre sus pezones rosados mientras que uno de mis dedos índice buscaba la entrada de su vagina. Los ojos de Kim se volvían blanco con cada entrada de mi dedo, su lengua lamía la palma de mi mano pero aun así no la despegaba de su boca, no podía dejar que nos vieran o nos escucharan. Cuando por fin logré introducir dos dedos me desabroché los pantalones con rapidez, mi verga pedía entrar en su vagina de una vez por todas, a fin y al cabo Kim era para eso, simplemente para follar duro.

—No gimas o te la meteré tan fuerte que no querrás nunca más follar, ¿Te quedó claro?—La mire mientras se subía sobre mi regazo, tomó mi polla y comenzó a buscar la entrada de su vagina, cuando por fin logré penetrarla cerré los ojos para sentir el placer a flor de piel.

—Joder Callum, es tan grande...—Susurró en mi oído, y le mordí el lóbulo de la oreja. Sentía como mi verga llegaba hasta el tope de su vagina y eso me encantaba, me gustaba sentir como las paredes de su interior se abrían para mí.

—Shhh, que te calles te dije—Le tapé la boca con un beso mientras le tomaba el cabello y la penetraba más fuerte, y rápido.

Me detuve unos segundos para cambiar de pose, ahora estaba apoyada en el sofá mientras yo me ganaba por detrás, algo así como la posición del perrito pero ella estaba de pie. Unas cuantas embestidas más y ya me iba a correr, "Joder, no tengo condón" pensé segundos antes de detenerme y correr al baño para poder terminar con tranquilidad; Alguien golpeó la puerta, boté por el retrete toda prueba de que acababa de echar un polvo rápido con Kim. Suspiré y abrí, era Damm.

—Permiso—Dijo entrando al baño sin prestarme la más mínima atención.

— ¿Qué te pasa?—Lo miré con seriedad.

—No te interesa, ahora si no te molesta, quiero ocupar el baño—Sonrió con sarcasmo y cerró la puerta en las narices.

Eran pasados la media noche y todos dormían, excepto yo. La cama en la que decidí dormir era tan chica como la del campus, aun así Kim quiso dormir conmigo. Me encontraba en la orilla a punto de caer con la chica pegada a mi espalda y un brazo sobre mi abdomen, definitivamente no podía dormir así. Aparté su brazo con cuidado para no despertarla y saqué mi almohada, di unos cuantos pasos hasta la cama que se encontraba al lado y me acosté, cómodo y solo, podía moverme y dormir en todas las poses que quiera sin molestar a nadie o preocuparme por despertarlas.

...Me encontraba nuevamente en el prado, con el trigo a mí al rededor. Damm me miraba con tristeza, algo en su cara provocaba que mi corazón se estremeciera y unas infinitas ganas de abrazarlo y consolarlo se apoderaban de mi interior. Lo vi morderse el labio, como acostumbraba a hacer, una lágrima caía por su mejilla y se la limpié, no quiero que llore joder.

— ¿Por qué, Callum?, ¿Por qué me haces esto?—Dijo a punto de quebrarse.

— ¿Qué te hice?, no he hecho nada...

—Sí, sí lo hiciste—Las lágrimas le comenzaban a salir de la nada, pero no lloraba, no se quería quebrar ante mí.

—Dime qué te hice Damm, te prometo que no volverá a suceder...—Mi voz se volvía cada vez más débil.

—Me rompiste el corazón Callum, me destrozaste—Finalmente sus ojos vidriosos no aguantaron más y dejó escapar ese sentimiento de tristeza junto a las lágrimas. Le había roto el corazón y me sentía fatal pero, ¿Por qué estaba soñando con él? Su figura se hacía cada vez más lejana, él estaba escapando como siempre lo hacía pero ésta vez tenía razón, yo era el peligro del que siempre temía. Comenzó a correr y ahora no quería quedarme parado, lo perseguí a toda prisa pero se me hacía imposible alcanzarlo, corrí como nunca antes y tan solo podía ver su espalda hasta que se voltea y cae, cae de un acantilado gritando mi nombre. Sudor frío se mezclaba junto a las saladas lágrimas que corrían por mi cara; mi interior se desvanecía al escuchar como Damm gritaba mi nombre mientras caía y yo sin poder hacer nada. Desesperación con frustración junto a la gran pena que se comenzaba a generar, necesitaba gritar y lo único que logré expulsar fue su nombre, tan fuerte que estoy seguro que hasta en el infierno me escucharon...

— ¡Damien!— Y desperté. 

Limerence.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora