Capítulo 37.

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Golpeé el móvil contra la mesa y sonreí intentando pasar desapercibido. Jay y Cameron me miraron y luego sonrieron junto conmigo. No podía pensar con claridad, no con todo este alcohol en mi cuerpo. Levanté la mano intentando llamar la atención del mesero que nos había atendido toda la noche, aun no podía creer haber escuchado la chillona y asquerosa voz de Kim a través del móvil de Callum, me repugna saber que esos dos están juntos. Le cerré el ojo al camarero cuando se estaba marchando con los vasos de chupitos vacíos y volvía con otra ronda de Tequila.

—Órale Damm, ¿Qué sucedió?—Preguntó Cameron.

—Nada importante, quiero seguir bebiendo—Le guiñé el ojo y me embutí el contenido dentro de la boca, hice una leve mueca de desagrado y gruñí.

—Estos están más fuertes que los anteriores ¿o es mi idea?—Preguntó Jay, yo simplemente me encogí de hombros y me bebí otro vaso.

—Yo creo que es hora de que nos vayamos, está comenzando a hacer frío y este lugar ya se está poniendo un poco turbio—Me miró Cameron— ¿Tienes cómo irte?

Asentí mareado, todo me daba vueltas.

—Sí—Dije a medias—El campus no está muy lejos de aquí, puedo caminar.

— ¿Y tu coche?—Preguntó Jay.

—Lo dejaré donde está, mañana lo vengo a buscar—Carraspeé—Necesito ir al baño.

—Voy contigo, Cam se queda cuidando la mesa—Jay se colocó de pie y me ayudó a bajar del taburete.

Caminar entre la gente era más complicado de lo normal, tragaba saliva para no vomitar entre toda esta multitud. Los ojos se me cerraban y mi cabeza se desvanecía a ratos, el brazo de Jay era tan firme, me sentía seguro camino al baño. Unas cuantas personas me dieron empujones y gritaban tonterías pero yo no estaba consciente así que simplemente caminaba. Finalmente llegamos al baño, el espejo estaba rayado con plumón, los hombres me miraban y a Jay también pero no presté atención. Mi cara estaba pálida y mis ojos decaídos, necesitaba vomitar lo antes posible, venía en camino. Entré al baño más cercano y me arrodillé, devolví todo lo tomado. Dejé escapar una lágrima y luego me puse de pie, aun me sentía mareado pero no tanto como hace unos minutos, mi estómago estaba levemente más liviano. El agua de los lavabos estaba fría, mojé mi cara y le dediqué una sonrisa a Jay.

—Necesito irme, ¿me llevas hasta la salida?—Me mordí el labio.

—Claro que sí, vamos por tus cosas—Lo volví a tomar de su brazo.

Continuaba tambaleándome, mis piernas no reaccionaban como debían pero era lo de menos. Lo único que tenía claro en estos momentos era el camino hasta mi habitación,  eran casi cuatro kilómetros, o menos por lo tanto no me tomará más de media hora. Aclaré mi garganta y me despedí de Cameron.

—Lo llevaré hasta la salida—Le dijo Jay a Cam.

—Claro, yo te espero con unas cervezas—Sonrió, levantó su mano despidiéndose.

Caminé como un caballo, mirando hacia el frente intentando no empujar a nadie.

—Esto se me escapó de las manos, perdón.

—No te preocupes, no es una molestia ayudarte—Sus dientes eran tan hermosos, al igual que sus ojos.

—Sí que lo es, estoy seguro que doy vergüenza en estos momentos. —Agaché la cabeza.

— ¿Y eso qué?, nadie se acercará para decirte la cara de mierda que tienes—Nos echamos a reír.

—Al menos eres sincero conmigo—Sonreí de lado mareado.

Limerence.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora