Epílogo.

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Caminar por el Central Park siempre fue mi panorama perfecto, la hora en mi reloj avanzaba a pasos de caracol y mi ansiedad subía como una montaña rusa. La entrevista era a las tres de la tarde, me quedaba una hora todavía y tenía que pensar en qué ocupar mi tiempo, nunca me gustó lucir trajes así que papá me aconsejó un sweater , unos anteojos estilo aviador, pantalones de vestir un poco ajustados y zapatos bastante vintage. Saqué un cigarrillo, la primera calada fue profunda, la boté con lentitud mientras mi mirada se detenía sobre una pareja sentada en la verde hierva, comían unos emparedados y bebían jugo, eran felices. La gente parecía ignorar a todo el mundo, algunos andaban con la cabeza gacha, otros caminaban con un celular en la oreja mientras que con la otra mano sostenían su maletín. Una que otra mujer se detenía a conversar pero las demás simplemente continuaban con su corrida por el parque. Luego de toda esa clase de personas estoy yo, el adolescente formal sentado mirando como los demás gozan de su felicidad, claro, no es que sea envidioso pero me provoca algo no tenerlo aquí, no poder ser feliz con él en estos momentos. Estoy seguro que debe estar bebiendo o quizás fumando. Encendí el móvil y lo primero que apareció en la pantalla principal fue un mensaje de él, Callum aún no se olvidaba de mi:

"Conejito, no sabes cuanto te extraño, extraño tus besos y tus abrazos. Sé que han pasado horas, un día quizás, desde que te fuiste pero ya te echo de menos. Espero que hayas tenido un excelente viaje, te quiero."

Sonreí al terminar de leerlo y apreté el celular contra mi pecho, cerré los ojos y dejé escapar un profundo suspiro, lo quiero demasiado y lo más probable que él a mi también.

Faltaba poco, el edificio dónde me habían citado no estaba tan lejos de aquí, a unos quince minutos caminando quizás. Coloqué mis manos en los bolsillos y comencé a caminar, el roce con la gente me gustaba, la variedad de rostros que se ven a estas horas en NY es impresionante, algunos furiosos y otros alegres, algunos con la cara sucia y otros muy limpios. Esta ciudad me encanta, pero todo sería más distinto si Callum estuviese a mi lado, en cierta parte esto nos hará bien como pareja, ya que, nos servirá para echarnos de menos, darnos cuenta que nos necesitamos el uno al otro. cuando me disponía a responder el mensaje del rubio recibí algunos insultos, "Mira por dónde caminas, imbécil", "Idiota", y yo solo respondía levemente perdón. No logré escribir el SMS así que guardé el móvil, miré el número del edificio que estaba a mi lado, ya había llegado.

-Bienvenido, ¿En qué puedo ayudarlo?-Se me acercó una joven bastante educada y bien vestida, quizás sea una de las anfitrionas que tiene aquí para recibir a la gente.

-Muchas gracias, estoy buscando a...-Sentí una voz conocida, el señor Berry hacía su aparición.

-Me está buscando a mi, Caroline, muchas gracias.

-No hay de qué, con permiso-La joven volvió a su asiento a un costado de la puerta principal, yo me quedé de pie mirando al muy bien vestido hombre.

Caroline parecía la típica muchacha sumisa que simplemente acata ordenes. Sonreí incómodo y seguí al señor Berrys hasta el elevador más cercano, subimos y presionó el número cuarenta. Cuando finalmente logré percatarme de lo alto que subiríamos el corazón estuvo apunto de escapar por mi boca.

-Me alegra mucho que vinieras, de toda la gente que he buscado tú me parecías el más intrigante, y que de seguro tendrás un futuro envidiable-Se arregló el vestón mientras sus ojos estaban clavados en su reflejo del espejo que rodeaba el interior del elevador.

-Muchas gracias, señor-Carraspeé, no sabía que decir-Es usted muy amable.

-No me trates de señor, por favor, dime Andrew, suena menos formal-Las puertas se abrieron-Después de ti.

Limerence.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora