CAPÍTULO 2

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POV VANESA

Me había olvidado de lo caliente que era Madrid en esta época del año, acostumbrada al clima frío de Europa, este clima era extraño para mi, pensé mientras me quitaba el abrigo. Caminé entre la gente que estaba caminando de un lado para otro, pegados a sus teléfonos celulares con conversaciones entretenidas, cepillo mi cabello con la mano mientras me pongo mis lentes de sol, me dirigí a la salida del aeropuerto de Madrid y pude divisar a un mercedes negro.

-¡Buenos días! señora Martín . -El conductor habló cortésmente.

-¡Buenos días! Joaquin. -hable entrando en el carro. Dentro del coche había una temperatura regular gracias al aire acondicionado.

-¡Oh por Dios! ¿Desde cuándo Madrid es tan caliente? -murmure dejando caer mis pertenencias en el asiento.

-Siempre señora, el clima aquí siempre es caliente. -escuche a Joaquin decir en medio de una risa baja. -Perdón por preguntar, pero ¿Cómo está su padre?

-¡Tienes razón! me he olvidado de como son las cosas aquí. -dije en voz baja mientras me acomodaba en el asiento del coche. -Él está bien, está en Italia con mi familia.

-¡Eso es genial! ¡Me agrada el señor Martín! ¿A dónde la debo llevar? –Preguntó mirando por el espejo retrovisor.

-Donde mi nuevo departamento Joaquin, sigue el camino derecho yo te iré dando las coordenadas.

Él asintió dejando aquel lugar.

Mirando por la ventana del coche viendo las calles de Madrid podía recordar mis tiempos cuando viví aquí, y que buenos tiempos diría yo. Conocía la cuidad como la palma de mi mano. Nunca fui esa Vanesa que solo pensaba en el trabajo, había disfrutado de la vida un poco, no mucho. Mis pensamientos vagaron por los recuerdos de todas las cosas que hice en mi adolescencia, pero ahora eso estaba en el pasado, la Vanesa inmadura e irresponsable ya no existía.

-Gire a la izquierda en la siguiente cuadra. -Obedeció a mis coordenadas perfectamente.

Finalmente llegamos al edificio donde ahora estaría viviendo. Joaquin rápidamente salió del auto dando pasos grandes hacia la puerta, y el la abrió.

-Gracias. -dije con una sonrisa.

Joaquin era mi conductor desde que estaba joven y vivía con mis padres, es un anciano muy útil por cierto.

Entré en el vestíbulo del edificio donde los empleados se colocaban en su debido lugar. Era cómico como se comportaban ante mi presencia, las personas a menudo se sentían nerviosas, quizás la forma grosera y arrogante que yo les daba a demostrar, y no me importaba dar esa imagen. Para ser respetada ellos tenían que temer ante mi presencia.

-Buen día señora Martín, nuestro personal pondrá sus maletas en su departamento, es el 308.

Yo no dije nada, solo asentí con la cabeza y me dirigí al ascensor. Al llegar a mi ahí, el chico iba detrás de mí poniendo todas mis cosas perfectamente bien en mi habitación.

-¿Algo más, señora? -Preguntó.

-Nada, te puedes retirar. -Dije.

El departamento era grande, un área enorme con un estilo contemporáneo y sofisticado, los muebles de color blanco y marrón, paredes en colores claros y otros oscuros, algunos cuadros de pintura, todo era de mi agrado. Me acerque hasta la sala para descansar en el sofá, tomando la parte superior de mis zapatos que maltrataban mis pies quitándolos enseguida. Deje que mi cuerpo se hundiera en el cómodo sofá, el viaje había sido largo, la vida había sido muy dura para mi. Me levante para salir al balcón. Podía tener una hermosa vista de los rascacielos de Madrid, esa era la ventaja de vivir en lo más alto. Desde arriba podía ver todo el movimiento de las personas que paseaban de un lado a otro, viajando en sus autos, se escuchaban las bocinas, gente hablando en voz alta. Oí el ruido proveniente de mi celular, entre de nuevo a la habitación, agarre el celular de la mesita de noche, el numero era desconocido para mi, pero sin duda era de Madrid.

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