CAPÍTULO 7

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POV MÓNICA

Después del almuerzo, regresamos a la oficina y nos pasamos toda la tarde alrededor de numerosos documentos y hojas de cálculo. El estar con ella me hacía pensar en cosas que no debía, podría ser una locura de mi parte, pero a veces sentía sus ojos en mí, de manera intensa, como Vanesa miraría a Martina . O tal vez era sólo mi subconsciente que me hacía creer que me ve del mismo modo.

-Podemos darle los planos del año pasado también – hablé colocando unos papeles en su escritorio, ya pasaba de las 8PM.

-Sería una gran idea, ¿no crees? – Dijo, recogiendo los papeles.

Escuché unos débiles golpes en la puerta, y entonces vi a Zamora. Él tenía una mirada seria

- ¿Mónica, puedo hablar contigo?

Vanesa lo miro durante unos segundos y luego a mí.

-Zamora...

-Vaya y hable con él, señorita Carrilo– dijo fríamente.

Cerré mis ojos y salí de la habitación.

- ¿Qué pasó con nuestra cena? – Preguntó algo molesto.

-Lo siento, pero creo que no podré ir.

Movió la cabeza, poniendo sus manos en su cintura con una expresión irritada.

-Me estás tratando como un estúpido, me plantaste por segunda vez el mismo día.

- ¿Qué quieres que haga? No tengo más remedio. ¿Crees que me gusta trabajar hasta tarde?

-Sabes que tienes la opción de irte, ¿verdad? ¿Esta mujer está mal, te está explotando?

-Shh! ¡Baja la voz! ¿Quieres que escuche? debo hacer mi trabajo. -Le dije molesta.

- ¿Hay algún problema? -escuche la voz de Vanesa detrás de mí.

-No señora...

-Señora Martin, el horario de trabajo es algo inconveniente ¿no cree? –Zamora pregunto desafiándola.

Pude ver las venas de Vanesa marcarse y su mandíbula endurecer, tomó una respiración profunda y luego hablo.

-Señor Zamora, debo informarle que yo soy la presidenta de esta empresa, debido a eso, no tengo que explicarle los horarios de mi personal. Si está pensando que es tan tarde, ¿por qué sigue aquí?

Ella prácticamente lo azotó, literalmente, no dudaba de que, si Zamora podría matar con la mirada, seguramente lo habría hecho. Las palabras de Vanesa fueron precisas y arrogantes.

-Tiene razón Sra. Martín, perdone por preguntar.

-No hay problema. Srta. Carrillo tan pronto como termine su conversación, tengo que mostrarle algunos documentos.

Solo asentí a la mujer que regresó a su oficina, dejándome en silencio junto a Zamora.

-En estos días será imposible, tengo que terminar un balance general con ella hasta el lunes Zamora, lo siento.

El chico me miró durante unos segundos y luego llegó a una conclusión.

-Quédate con tu trabajo, buenas noches – habló se dio la vuelta y salió.

¿Su intención era hacerme sentir mal? ¡Felicidades! Lo logró. Respire profundamente y regrese la oficina, encontrándome con la mujer más atractiva que he visto, ya ni siquiera me acordaba de Zamora cuando la vi. Ella estaba sentada con la camisa desabotonada parcialmente a la altura de los senos, llevaba lentes graduados que probablemente serian de descanso, y se había acomodado el cabello, haciendo una coleta sobre su cabeza. Tenía una expresión seria con la pila de hojas en su mesa. Sabía que pasar muchas horas con ella era atentar contra mi salud mental.

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