CAPÍTULO 14

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POV VANESA

-¡Vanesa , debes venir! papá te extraña. - Escuche la voz de Antonio tratando de convencerme a través del otro lado de la línea.

-No puedo ir, ¿no tienes ni idea de lo ocupada que estoy?

-Bien sabes su condición, y ya tienes meses que no vienes a visitarnos.

-Hermanito, por favor. No es fácil para mí, y tú lo sabes.

-Necesitas aprender que la familia es importante Vanesa, aprendimos y tu también puedes.

-¡No puedo!

-Te puedes callar y venir este fin de semana, vamos a hacerle la fiesta de cumpleaños, y estoy segura de que le gustaría tenerte aquí.

Tomé una respiración profunda tratando de calmarme. Habían pasado meses desde que los vi, no es que no quisiera estar con mi familia. Pero era de alguna manera complicado estar con ellos, y, por otra parte, tenía demasiados compromisos de los cuales preocuparme, que era una buena táctica para escapar de los encuentros. Pero, al parecer, esta vez no me podía escapar, Antonio estaba decidido a hacer que vaya.

-Lo voy a pensar, ¿está bien? Tal vez el fin de semana me presento allí. - Hablé rindiéndome ante su insistencia.

-Piensa en ello, pero vienes. Compraremos tu pastel favorito.

Sonreí, recordando cuando Antonio y yo vivíamos juntos, siendo más jóvenes, mi hermano desde siempre había sido un chico maduro y centrado.

- ¿Lo vas hacer? - Le pregunté sonriendo.
-Sí, te extraño Vanesa. - Su tono era melancólico, me causando opresión en el pecho, era el anhelo de estar con
ella.

-También tengo un poco de nostalgia. - Escuché la respiración a través de la línea, de ritmo tranquilo.

- Me tengo que ir, puedes llamarme cuando quieras.

-Muy bien, voy a esperarte este fin de semana.

-Que tengas una buena noche hermanito

-Buenas noches, Vane- sonreí, recordando la forma en que solía llamarme.

Corte la llamada, dejando de lado el aparato. Las llamadas o reuniones con mi familia siempre me dejaron medio melancólica. Lo que odiaba, era complicado sentirse tan frágil, no era mi naturaleza, no más. Cerré los ojos inclinándome contra el acolchado sillón, tratando de hacer que los músculos de mi cuerpo se relajen, lo que
no ocurrió. A esta hora estaba sola en el edificio, sólo el ruido de los coches y el tráfico intenso de Madrid llenó la habitación ese momento. Me puse de pie, me serví un vaso de whisky, mi compañero de todos los días, caminando hacia la gran ventana de cristal en la cual tenía una hermosa vista de la ciudad completamente
iluminada esa noche.
En ciertos momentos me sentía sola y no me gustaba. Pero en otros, la soledad llenaba en sí, la calma que me hacía sentir tan bien, que era al menos reconfortante sentirse fuera del mundo donde tenemos tantos problemas y deberes. A veces sólo necesitaba olvidar quien era.

"Oh Cielos Vanesa, estás demasiado sola" - pensé bebiendo mi whisky. Miré el reloj, viendo que era más la hora para salir, y perderme un momento en el cuerpo de la mujer que más quería.

En menos de media hora, estaba estacionando el coche en el garaje de "Lo prohibido".
Ajusté algunos detalles en mí, me puse el abrigo, y entre. Dios, ¿Este lugar siempre está leno? La fila de personas para comprar las entradas era enorme, pero con un cierto prestigio y por ser cliente VIP. Me fui sin esperar.
La temperatura del ambiente era mucho más cálida que el frío de la noche de afuera, era muy cómodo y acogedor.
Caminé entre algunas mesas del lado central, pidiendo alguna bebida para que me relaje. Hoy era diferente de otros días, no era la rubia cuyo nombre era Nicole la que servía a los clientes. La camarera me sirvió una buena cantidad de bebida rojiza, tome un sorbo de la bebida imaginando que era ligera, pero estaba equivocada al sentir el sabor del líquido calentar mi estómago.

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