CAPÍTULO 31

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POV VANESA

"Martina, Mónica"

No...
No es posible.

Me quede ahí paralizada, mirando a la mujer alejarse hasta que se perdió de vista.
Cerré los ojos, apretando fuerte las manos en el volante. La furia me tomo de pronto, un tipo de odio calentó cada célula de mi cuerpo. Dios, esto solo podría ser efecto del alcohol, no había otra explicación. Mire a ambos lados, el camino estaba vacío y oscuro, Salí del vehículo Monica me daría una buena explicación de esto. Me dirigí a la puerta, caminando de un lado a otro
tratando de convencerme de lo estúpida que era la idea de ir ahí. Mire entre los barrotes de la puerta, sin encontrar algún rastro de Martina. No puedo hacer esto, no soy impulsiva o emocional. Pero en ese momento mi
cuerpo gritaba por respuestas inmediatas, pero no podía, no era yo. Al contrario, era fría y extremadamente astuta. Caminé rápidamente al auto al otro lado de la calle, tenía la puerta abierta completamente, entre y la cerré la fuertemente. veces. Podía matar a alguien en ese instante con la rabia que me consumía. Cerré los ojos, tomando una respiración profunda, dejando que el oxígeno llegara a mi cerebro
O moriría ahí en cualquier momento. Mire una vez más el edificio donde vivía Mónica dejando la idea de desenmascararla para después. Encendí el motor, arranqué el auto y salí de ahí hacia mi departamento. El cielo aún estaba nublado y cargado con lluvia siendo atravesado ocasionalmente por rayos. La noche no podía ponerse peor. Salí del auto azotando la puerta y caminé hacia el elevador del enorme edificio.
Maldita stripper. La primera cosa que hice cuando entre a mi departamento fue servirme un vaso de whisky, me tome
el líquido de un trago, cerrando los ojos, sintiéndolo rasgarme por dentro mientras bajaba, dejando solo el dolor dentro de mí.

-¡¿Cómo pudiste ser tan estúpida, Vanesa?! ¡Esa hija de mil te engaño todo este tiempo! ¡Y hacia el papel de chica buena!

Camine hacia el salón de mi departamento, recostándome en uno de los divanes. Todo comenzaba a tener sentido ahora. Por eso es que Martina nunca se quitó la máscara para mí, esos ojos tan familiares, los cuerpos tan jodidamente perfectos, las reacciones tan parecidas, Dios, ¿Qué hechizo había hecho esa mujer sobre mí?
Mónica mintió todo este tiempo, No debió haberlo hecho, no. No sabía con quien se había metido, si había algo que odiaba era ser engañada. Había jugado conmigo todo este tiempo, manipulándome como una marioneta de su pequeño juego. Sacudí la cabeza, aun procesando el mundo de información que estaba conectándose dentro de mí. Todos los momentos, todos los besos, las miradas. Todo era una
completa mentira:

-¿Qué? ¡No estoy haciendo nada, Vanesa!

-Me controlas, con tus acciones. Pero no te emociones, soy la dueña de mi voluntad.

-Pruébalo, haz algo que desees.

Me lancé a besar su boca, pero la máscara que usaba obstaculizaba mi oportunidad, quería verla. Levante la mano a su cara, para quitar la máscara, para finalmente poder ver su cara, pero sus manos aterrizaron rápidamente sobre las mias, evitando la acción.

-Ni siquiera lo pienses... susurro mirándome a los ojos.

Y todo este tiempo me hizo creer en su historia ¿Cuántos habrán caído en sus redes?
No..

Podría ser únicamente que había bebido mucho. Me frote los ojos para ver mejor a la joven con cabello castaño ondulado que bailaba de una manera tan sensual, estaba dándome la espalda, pero aun así, podía jurar que la conocía.
Vanesa te estas volviendo loca.
No era desconocida para mí, conocía ese cuerpo, la manera de menearse. NO podía estar soñando, era ella, era Martina.
Me levante del sofá donde estaba, caminando más cerca de la morena. Pasando entre la gente que se movía
frenéticamente al ritmo que llenaba el club, las luces parpadeantes hacían todo más difícil. Mi sistema nervioso trabajaba más rápido, las manos me sudaban, mi visión y oído eran más agudos. Debía ser el
efecto de la bebida corriendo por mi cuerpo. Me detuve prácticamente a un metro de la morena, quien se meneaban de una manera tan sensual, no habia error,
era ella. Ingrid se deslizo hacia el piso, sujetando su cabello, haciéndome perder los sentidos. Me acerque y la sujete de la cintura, haciéndola girarse hacia mí.

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