CAPÍTULO 45

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POV MÓNICA

Llegué a la conclusión de que tengo una especie de atracción colosal para los problemas. Nada puede explicar el hecho de que siempre estoy involucrada en uno. Cuando todo parece estar bien, la vida se encarga de lanzar una pizca de emoción, o más bien, de dar confusión en la calma de la marea. Iba tarde, la hora fijada para el ensayo ya había terminado y estaba en
un taxi yendo hacia mi departamento, desde hace horas había acordado con Vanesa que dormiríamos juntas. Dios, todo lo que necesitaba en ese momento era estar en los brazos de mi mujer, pero no podía, no después de todo lo que paso esa noche.

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- ¿Qué es lo que crees que estás haciendo? -Carolina me pregunto rápidamente, tomando mi brazo impidiéndome seguir mi camino.

- Déjame ir. - Respondí.

- ¡Jesús, Mónica! No seas estúpida.

Fruncí el ceño en su dirección, por el atrevimiento de esa mujer. Ella rodó sus ojos en forma fastidiosa y me empujo de nuevo a un rincón más remoto y oscuro.

-¿Puedes parar y pensar?

-¡Estoy pensando claramente! - Exclamé enojada.

- No, no lo haces. ¿Crees que te haría daño?

Me detuve por unos instantes mirándola a los ojos, ya pesar de su evidente malicia, Carolina no era una mala persona. La conocía muy bien, y sabía todas sus peculiaridades y sus formas. Suspiré profundamente, dejando que mis hombros se relajaran.

-¿Puedes entender que no quiero problemas?

-No tendrás problemas si haces lo que te pido. Nadie sabrá absolutamente nada.

-Ya he mentido demasiado, Carolina. ¿Cómo sé que estás diciendo la verdad?

- ¿Y? Una mentira más o una mentira menos no harán la diferencia ¡Mierda! ¿Y por qué demonios te mentiría?- Ella exclamó retrocediendo mientras levantaba las manos.

Rodé mis ojos y resoplé.

- Por supuesto que lo hace, no voy a bailar para ti. No le mentiré a Vanesa nunca más.

-Vanesa, Vanesa, Vanesa..- dijo enojada - ¿Por qué parece que el mundo gira en torno a ella?

- ¿Sabes qué? Sé cómo resolver esto.

Ella me miro, con una mirada confusa.

-¿Qué harás?

Me encogí de hombros y fui hacia la sala principal, en dirección a la oficina de Adriana. Escuché que la mujer me llamo en el fondo, pero ni siquiera le di importancia. Tenía que poner fin a esto. Toque varias veces en la puerta de Adriana, sintiendo mi corazón acelerarse. Estaba decidida con lo que iba a hacer, sin embargo, estaba lo suficientemente nerviosa para desmayarme en cualquier momento.

-¿Qué sucede? ¿Por qué esta desesperación?

Adriana preguntó mirándome fijamente con los ojos amplios y sorprendidos. Entré a su oficina rápidamente dándole la espalda a la mujer.

-¿Mónica?- ella me llamó.

Tomé un profundo respiro, sintiendo el aire entrando ncon dificultad por mis pulmones. Tome una decisión y decírsela no era una tarea fácil. Iba en contra de todo lo que ocurrió en los últimos años. Pero no había otra manera, la situación no podía seguir así.

-Necesito decirte algo muy importante.

Adriana se quedó en silencio por unos segundos, dándome la oportunidad de escucharla respirar profundamente. La mujer se aproximó lentamente, en
pasos visiblemente calculados.

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