CAPÍTULO 5

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POV VANESA

El primer día siempre era el más tranquilo, sólo presentaciones y reuniones. Lizama, quien solía ser el director, se fue tan rápido, que
no me dio el tiempo suficiente para ver cómo iba todo. Temprano en la mañana, él me presento a esa mujer que me ayudaría en esta difícil tarea. Mónica Carrillo. A pesar de su evidente nerviosismo, parecía ser muy
competente y trabajadora, por recomendación de Lizama, Mónica estaba al tanto de todos los detalles del negocio, como una buena secretaria o brazo derecho. Además de ser una mujer muy atractiva. La señorita Carrillo, como la llamaba, era una hermosa morena, su rostro bien modelado, su nariz era pequeña y su boca carnosa, pude ver que sus ojos eran verdes. Ella llevaba un justo y moldeado vestido amarillo, destacando sus bellas curvas. Su cabello era oscuro, liso y a la vez ondulado, atado por un delicado lazo en la parte de atrás. Su mirada
era temerosa y un poco asustadiza. ¿Qué le causa tanto temor? ¿Me pregunto qué sabría de mí? ¡Cielos! Fui tan amable como fuera posible, no es algo que hago normalmente, pero la chica asustadiza merece amabilidad, puesto que sería mi compañera. Le expliqué la forma en la que trabajo, y todo lo que necesitaría en la vida cotidiana, Mónica  pareció entender todo
perfectamente, señaló algunas de las cosas en su agenda azul pequeña. Y luego se retiró.
Estudié por el resto del día algunos informes en mi oficina, por cierto, todo va bien aquí. Pero necesita mejorar, pensé. Incluso centrándose en los papeles, algo, o mejor dicho alguien, me desconcentraba. Desde la noche anterior no puedo sacar a la bailarina de mi cabeza, la imagen de su baile tan sexy penetrada en mis
pensamientos.

¡Maldita sea Vanesa! ¿Cómo puedes dejar que una mujer con la cual no intercambiaste una palabra invada tu mente tan rápido?
Niego con la cabeza, tratando de dispersar la imagen de esa morena bailando de forma sexy para mí. Si para mí.

Era imposible sacarla de mis pensamientos, tenía que verla de nuevo. Al final de su show me sentí un poco frustrada y me alegre que no reciba clientes, si ella no recibía a nadie quien le ofreciera dinero, era de buen carácter, es cuando sentí que más quería verla, pero mi voluntad fue rechazada.

- ¿Sra. Martín? - Oí a alguien que me llamaba, aparté a Martina de mis pensamientos.

Mónica tímidamente entró en la habitación.

-He traído el café que pidió, está bien caliente - dijo poniéndolo a mi lado.

- ¿Gracias Señorita Carrillo, podrías decirme si Lizama está en la empresa?

Caminó hasta el frente de mi escritorio, con la pequeña bandeja en sus manos.

-Se ha ido señora, la mayoría se ha ido.

La mire un poco confundida, ¿ya todos se iban? ¿Qué hora debería ser? Agarré mi celular buscando la pantalla y pasaban de las 8.

- ¡Oh cielos! Ya pasan de las ocho, ¿Qué sigues haciendo aquí Carrillo?

- Estaba terminando los informes que me pidió.

-Déjalos para mañana, puedes irte, olvido la hora a veces.

Le pedí que me ayude con eso también, o estaría
trabajando toda la noche. Mónica asintió en silencio, miré a la mujer frente a mí,
analizando sigilosamente. Algo sobre ella me era familiar, no sé qué, tal vez era una locura, estaba tan concentrada en la bailarina que la miraba en cada mujer que me parecía atractiva. La chica estaba incomoda bajo mi mirada, así que me detuve rápidamente.

-¿Puedo irme?

-Claro, nos vemos mañana Carrillo.

-Buenas noches Sra. Martín.

-Buenas noches.

Me quedé una hora en la oficina, librando una batalla conmigo misma para decidir si ir o no a ese Club, no podía dejar que nadie me vea allí, ¿Qué dirían? Pero el deseo de verla de nuevo estaba fuera de lugar, Martina me afectó de tal manera que sólo pensé tenerla para mí.
Pensé en llamar a Ana y decirle que nos
encontráramos en "Lo prohibido" pero quizás debería ir
Me levante, agarre mi bolso y mi saco, salí al
estacionamiento donde tengo mi auto. Mientras recorría las calles de Madrid, conduje unas cuadras alrededor del club luchando conmigo misma. En años no me permitía tener algo con una mujer, tal vez mi trabajo me tomaba
más tiempo del que debería. Estacioné el coche frente al Club, desde afuera podía escuchar la música que sonaba adentro, en mi cabeza rondaba el pensamiento que debía irme de allí, pero mi cuerpo como por instinto decidió hacer lo contrario. Puse la bufanda delgada alrededor de mi cuello y salí del coche caminando hacia la entrada. Pagué mi entrada y fui en busca de esa mujer.
Hoy el Club estaba menos concurrido, por supuesto, en pleno lunes ¿Quién podría ir de fiesta? Negué con la cabeza y me dirigí a la fila donde estaba la barra, compré un vaso de whisky y me senté ahí mismo. Algunas mujeres bailaban, pero ninguna se compara con la morena de la noche anterior. Estoy segura de que este es el día que no actúa, pensé.

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