CAPÍTULO 34

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POV MÓNICA


¿Por qué a la vida le gusta cambiar constantemente? Cuando te empiezas acostumbrar a la situación, cambia por completo cuando menos lo esperamos. Dejando nuestro mundo irremediablemente destrozado. En un día, Vanesa destilaba odio y rencor, y ahora ella estaba acostada en mi cama en un sueño profundo.
Loco..
Negué mentalmente y sonreí mientras miraba su expresión serena mientras dormía. Le acaricié la cabellera castaña con cariño, sintiendo a la mujer suspirar cómodamente.

-¿En que estaba pensando cuando me involucré contigo?

Le susurré a Vanesa que ni siquiera escuchó. Deslice mi pulgar sobre la suave piel de su cara, observando lo hermosa que se veía dormida. Con certeza Vanesa Martín es una de las obras más bellas jamás hechas. "Estás siendo demasiado estúpida Mónica"

Me dije a mí misma en mis pensamientos. Pero fue en vano, no podía disminuir la intensidad de lo que sentía por esta mujer, era enloquecedor como cada día ella robaba otro pedacito de mí corazón. ¿Esto podría ser normal? Si era normal, no podía decirlo. Solamente lo sentía. Sentía una necesidad de estar cerca, de sentirla conmigo. De oír su voz, de recibir su mirada penetrante, y sus cariñosos besos. Querer a Vanesa era como un laberinto sin fin, nunca sabía cómo parar. Una especie de frenesí en sentimientos. Estaba perdida, porque el destino trató de unir a dos personas, las que probablemente nunca iban a encajar, o incluso podrían estar. Sonreí y continué con mis caricias cuando ella se movió lentamente, acurrucándose en mis brazos en busca de calor. En el instante en que su cuerpo se unió al mío, detuve mis caricias, recibierndo una queja casi inconsciente.

- No pares, no... - susurró ella somnolienta haciéndome sonreír.

- Pensé que estabas dormnida.
Vanesa sonrió débilmente, con un suspiro fuerte.

- Me quede despierta para ti.

Me mordí el labio y sonreí. Su embriaguez la dejaba cariñosa y mansa, mostrando una Vanesa totalmente rendida. Muy diferente de lo que estaba acostumbrada.

- Me detendré.

- Entonces no voy a dormir, Moni. Continúa..

Vanesa susurró juntando más mi cuerpo con el de ella, poniendo su cara en el hueco de mi cuello. No demore mucho para sentir sus labios ir en contra de mi piel en un beso calmado. Cerré los ojos sintiendo su mano deslizarse lentamente sobre mi abdomen con caricias y una pizca de picardía.

- Vane, no...

-¡Si! estate quieta Moni. Son solo caricias.

Ella susurró subiendo con su mano hasta mi pecho, por encima de la tela de la ropa que llevaba. Dejo la mano inmóvil por un momento, hasta que poco a poco comenzó a masajear.

- Estás borracha. Para.

Ella sonrió y se mordió el labio.

- Sólo un poquito. Déjame continuar, tus amas mis caricias.

Entrecerré los ojos hacia ella y sonreí. Lo que sólo le dio más ganas para continuar con sus caricias. Vanesa  dejó que sus manos adentrarse en la camisa que llevaba, deslizando sus dedos a través de mi abdomnen calmadamente. Sus labios se deslizaron tranquilamente por mi cuello, forzando a mi cuerpo a pedir más.

- ¿Por qué no puedes estar tranquila?

- No se puede estar quieta con una mujer como tú a mi lado Mónica.

Su tono de voz estaba diferente, susurró con voz ronca al oído.

- Por supuesto que sí...

Me mordí los labios cuando sentí sus dedos presionando mis pechos de forma excitante, Dios. Vanesa era una mezcla dulce de agresividad y delicadeza. Con la palma de la mano, empezó a apretar más, en cuanto a su lengua se movía frenéticamente en mi cuello.
Enviando descargas rápidas a mi centro que ya se estaba mojando.

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