CAPÍTULO 55

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----CAPÍTULO FINAL------



POV MÓNICA

¿En algún momento de sus vidas se han sentido completos? Era así como me sentía ahora. Era como si después de tantos años estaba libre, pero no como un prisionero encarcelado o un pájaro enjaulado. Estaba libre de todos mis males, de todos mis farntasmas del pasado, libre de todo lo que estaba mal. Algunos dicen que siempre habrá alguien para salvarnos y sacarnos de la oscuridad en la que parece ser imposible salir. Creía firmemente en que, después de todo, Vanesa era una prueba concreta de esto en mi vida.

- ¿En qué estás pensando? - Preguntó mi esposa mientras me envolvía con sus brazos.

Cerré los ojos cuando ella posos sus labios en mi cuello, sintiendo un escalofrío en todo el cuerpo.

-Estaba pensando en cómo me salvaste. - Le susurré. Abrí los ojos y miré a mi mujer que me miraba con una expresión un tanto confusa.

Le sonreí, notando que tenía una copa de champán en la mano. Suavemente agarre la copa de cristal, tomando un sorbo.

-¿Te salvé? - Preguntó parándose delante de mi.

-Por supuesto, me haces feliz ahora, como nunca lo fui antes.

Una amplia sonrisa apareció en la cara de mi mujer, que me apretó más contra su cuerpo hasta el punto de hacer que me quede a unos centímetros de su boca.

-También me salvaste, Mónica. - Dijo con los ojos conectados a los míos.

Nunca podría describir lo que se sentía el mirar a los ojos de Vanesa, sientes que tu alma es absorbida. Tenían un poder sobrenatural de dejarme totalmente perdida, y fascinada por ella.

-Tú me hiciste una mejor persona,-Completó.

Sentí su mano que estaba descansando en mi cintura, subir lentamente hasta la línea de mi columna, mientras que la otra se apoyaba en mi cuello, haciendo una ligera caricia con la punta de los dedos. Cerré los ojos tan pronto como Vanesa inclinó su cara a la mía, dejando que sienta solo el aliento suave contra mi cara. Recorrió con sus labios delicados la línea de mi mandíbula, hasta detenerse en la boca.

-Te amo, Vanesa. - Susurré en voz baja.

Nuestros cuerpos estaban tan cerca que fácilmente podía sentir el latido acelerado del corazón de mi esposa. Vanesa me chupó el labio inferior lentamente, bordeando la línea de mi boca con la punta de la lengua.

-Te amo demasiado, Moni. - Susurró entre mis labios.

Pasé mis brazos por encima de los hombros de Vanesa y puse mis manos detrás de su cuello, tirando de su cara contra la mía para saciar el deseo desesperado de sus labios contra mi boca. Besar a Vanesa era como perderse en un mar de sensaciones placenteras, como viajar en una hipnosis sin fin. Su lengua se mueve en una sincronización perfecta con la mía, como si nuestras bocas tuvieran un ajuste único y perfecto. Sentí sus manos apretándome contra su cuerpo, en un intento abrumador para ser sólo uno. Cuando faltaba el aire, aflojo lentamente sus brazos a mí alrededor, haciendo
que nuestros cuerpos se despegaran muy despacio.

-Podría pasar el resto de mi vida besándote. - Susurró contra mi boca, en medio de una amplia sonrisa.

-¿Sólo besándome? - Pregunté con malicia.

Dejé escapar una risa suave, y me separé de ella, en dirección a la cubierta superior del yate de Vanesa. Ella sacudió la cabeza con una sonrisa traviesa en los labios, mientras agarraba la botella de champán y otro vaso que fueron colocados en el panel de control. Me senté en el sofá, cubierto en cuero blanco, dejando que mi cuerpo se relaje. Después de la boda, Hernán pensó que era mejor para nosotras viajar el día siguiente, ya que nos agotamos con todos los preparativos desde el día anterior. Y no me negué, por supuesto. Temprano por la mañana, Salfate nos dejó en la base donde el avión estaba esperando por nosotras, para viajar a la isla privada de los Martin cerca de Hawái. Ahora estábamos en el yate de Vanesa, de camino a la isla privada que no estaba tan lejos.

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