CAPÍTULO 26

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POV VANESA

No podía creer lo que acababa de hacer. Acabo de rechazar una buena y placentera noche de sexo con Martina. Dios, camine de un lado a otro en el corredor, pensando en la idea de regresar y tomar a esa mujer en mis brazos. Pero ¿y Mónica? No importa cuánto enojo sienta esta noche no le haría algo así. ¿Sería traición? No tengo nada con Mónica. ¿0 si...? No lo sé.
Sacudí mi cabeza mientras salía del "Lo prohibido". EI ruido de la sensual música se quedaba atrás, dejando solo el silencio de la noche. Necesitaba poner mis pensamientos en orden. Necesitaba entender que estaba pasando dentro de mí. Entre a mi auto suspirando. Recargue mi cabeza en el volante tratando de callar mis pensamientos. Me iría a casa y trataría de dormir, esa sería la mejor opción. No
importa que tanto quisiera estar con Martína, me gustaba Mónica y era con ella con la que quiero estar. Encendí el carro dejando ese lugar al que tal vez nunca regresaría. Maneje alrededor del centro de Madrid  pensando en la idea de pasar por Mónica. Seguro el problema con Melissa ya se había resuelto, me tomo como una hora pasar en frente de su edificio. Pasaba lento en el carro y pude ver dos mujeres que eran más que familiares. Una de ellas sabía que era Mónica. La mujer usaba el mismo vestido que uso hace unas horas en la cena. Y ¿al lado de ella? Me acerqué un poco más con la ventana cerrada y no era posible. No lo quería creer.
Ana abrazando a Mónica  por un largo rato y ella le respondió de la misma forma. ¿Entonces ese era el problema con Melissa?. Sentía una urgencia por bajar del auto y enfrentarlas, pero no podía hacer eso. Era mejor que eso. No importa cuánto enojo sintiera, por el momento no diría nada. Me quede unos minutos más mirando la escena hasta que Mónica soltó a Ana y miro hacia mi auto. Maldición. Se dio cuenta.
Acelere el vehículo saliendo de ese lugar sin mirar atrás. Estaba enojada, me sentía como una tonta. Era por este tipo de cosas que odiaba enamorarme.

¿Estaba enamorada?

No.

No.

No.

Estaba enojada conmigo misma por ser lo
suficientemente estúpida para negarme a una noche con Martina. Mi voluntad era regresar al club y cogerla hasta que no pueda más. Pero no lo haría. Solo trataría a Mónica fría y cortante como ella se lo merecía. Mal humor y enojo.
Esas tres palabras definieron ese día. Tomé un sorbo del whiskey fuerte como desayuno y partí a Industrias Martín. El tráfico estaba del demonio como mi estado de ánimo. Cerré mis ojos y las imágenes de Ana y Mónica  se hicieron presentes, como en las horas que no pude dormir esa noche.

Mierda.

Toque la bocina una, dos, tres veces para el carro oxidado que estaba enfrente. Si no tenía dinero para comprar un carro mejor se hubiera quedado fuera de las calles.

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Minutos después me estacioné en mi lugar presidencial y fui hacia el elevador. Los empleados corrieron hacia sus respectivos lugares como siempre. Camine entre ellos con una mirada seria. Entre al elevador y en el piso 10 via Melissa y ella entró.

-Buenos días, señora - La mujer me saludo, pero no le conteste.

Y después de unos pisos el beep del elevador me avisó que ya había llegado a donde quería. Salgo del elevador y mire a la mujer que estaba sentada en su escritorio. Pase a lado de ella sin hablar. Entre a mi oficina azotando la puerta, después de unos minutos Mónica entro mirándome fija y curiosamente con algo de miedo.

-Buenos días... señora.

Me giré hacia la mujer viéndola con enojo.

-Buenos días, seforita Carrillo- Dije sarcástica.
Mónica miro al suelo y luego a mí.

-Quería hablar contigo.

- ¿Sobre qué? - Pregunté mientras acomodaba unos papeles sobre mi escritorio.

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