CAPÍTULO 43

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POV MÓNICA

Sentí una brisa fresca recorrer mi cuerpo, apreté mis ojos mientras deslizaba mi mano sobre la cama en busca de una sábana, o mejor, del cuerpo de Vanesa para calentarme. Pero el intento fue lamentablemente un fracaso. Con cierta dificultad abrí los ojos, mirando la cama vacía. ¿Dónde estaba Vanesa? Me tape con la sabana para protegerme del frio, después de todo, aún estaba desnuda debido a los acontecimientos anteriores. Cuando vi a Vanesa en el balcón, inclinada sobre el barandal. Entrecerré los ojos en su dirección, y me di cuenta de que Vanesa estaba sumergida en sus pensamientos. Volteo su cara y dejo escapar una bocanada de aire, dejando el humo salir. Estaba fumando, odiaba el hecho de que ella fumara. Solo lo hace cuando esta tensa o enojada. Me senté en la cama sintiendo mi cuerpo un poco adolorido, en concreto donde Vanesa se centró más aquella noche. Pero no me molestaba, todo había sido increíblemente maravilloso, nuestra vuelta de la huelga fue en grande. Coloque mis piernas fuera de la cama, dejando que solo
las puntas de mis pies toquen el frio suelo. Un escalofrió recorrió mi espalda, pero me levante. Me envolví en la sábana blanca y caminé en dirección de mi mujer. Tenía que confesar, que Vanesa estaba jodidamente sexy aquella noche. Su cabello estaba levemente despeinado, cayendo por su espalda. Ella solo llevaba un baby doll azul oscuro, tan corto que podía ver su trasero. No sabía qué hora era, pero el cielo aún estaba oscuro y la noche estaba muy fría. Camine con pasos tan lentos que Vanesa ni percibió mi presencia, hasta que abrace su cuerpo. Ella estaba de pie en el mismo lugar, respirando profundo. Le di un pequeňo beso en su hombro, donde después apoyé mi barbilla.

-¿Insomnio?

-Sí, y demasiados problemas en mi cabeza - Dijo de forma seria.

Suspire y apreté más mi abrazo, dejando que mi mano deslizara por su abdomen, en una suave caricia. Podía escuchar nuestras respiraciones débiles con el silencio de
la noche.

-Relájate, bebé, todo va a estar bien.

Vanesa no respondió, se quedó en su lugar. Parecía enojada y distante. Solté su cuerpo y se volteo hacia mí. Sintiendo un escalofrió por todo mi cuerpo al mirar sus ojos que se mostraban fríos y enojados.

-¿Que pasa mi amor?

Pregunte tomando su rostro con mis dos manos. Vanesa desvió su mirada, y negó con la cabeza.

-Nada.

- ¿Cómo nada Vanesa? estas extraña.

Ella no respondió solo me miro.

-Ven a la cama conmigo, te hago mimos mientras tratas de dormir. - Dije tratando de darle unas suaves caricias a su cara, pero ella desvió su cara de mí.

-Vanesa, ¿Me puedes decir cuál es el problema? - Pregunte mientras la tenía pegada a mi cuerpo.

Ella me miro de frente, con una mirada tan fría que tenía miedo.

-¿Desde cuándo me estas engañando?

-¿Qué? - Dije rápidamente sin entender la pregunta. Mi cerebro tardo algunos segundos para entender que ella estaba preguntándome eso. ¿Engañando? ¡Oh por dios!

-Eso que escuchaste! ¿Crees que soy una imbécil?

-Vanesa! Mi dios. ¿De dónde sacaste eso? -Pregunte con calma.

-No importa. ¿Creíste que no lo iba a descubrir?

Ella habla pausadamente, enmascarando la ira que sabía que estaba sintiendo.

-¿Descubrir qué? No hice nada.

La mujer dejo escapar una risa sarcástica, y se dirigió hacia el otro lado en un silencio angustioso. Todavía estaba un poco perdida, no tenía ni idea de donde saco esa acusación y en la forma en que lo dijo me dejo sin reacción, ella estaba irreconocible. Tomé una respiración
profunda, tratando de comprender. Y por impulso me acerqué a ella.

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