CAPÍTULO 41

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POV MÓNICA

Cerré los ojos sintiendo los atrevidos labios de Vanesa deslizarse por mi cuello, para después sentir sus dientes clavarse lentamente en mi piel. Dejé escapar una profunda bocanada de aire, apretando mis piernas para no empeorar nuestra situación. Pero ella estaba a mil, Vanesa estaba ahora encima de mí, besando mi boca como si el mundo se fuera acabar, su mano derecha bajó a mi muslo, flexionándolo para estar entre mis piernas. Era demasiado temprano, 6:30AM para ser más exactos. Hemos despertado y decidido decir adiós a ir a trabajar. Ayer por la noche, después del picnic Vanesa decidió llevarnos a los bolos. Ella estaba decidida en hacer el día de Lau maravilloso. Y realmente lo fue, nos divertimos mucho mientras jugábamos, y yo, por supuesto, fui
la campeona. Lau se quedó un poco enojada, y Vanesa nos dio la idea de que fuéramos a comer un buen sándwich, haciendo instantáneamente feliz a la pequeña. Hablamos y bromeamos durante un par de horas más hasta que regresamos a mi departamento. Con mi manera dulce pude convencer a Vanesa para quedarse
a dormir conmigo, Lau estaba en la habitación de Melissa, según ella la cama de Melissa era más cómoda. Vanesa, obviamente, dormía conmigo, y se comportó bien después de amenazarla tres veces. La huelga de sexo estaba volviendo completamente loca a mi novia, y a mí también.

-Vanesa...

Ni siquiera me estaba escuchando, chupó el lóbulo de mi oreja haciéndome jadear.
Maldita. Sus manos vagaban arriba y abajo de mi cuerpo, arañando levemente, causando una muy deliciosa excitación. Lleve mis manos a su cabello, tirando de su cara hacia la mía. Vanesa capturó mis labios en unos pocos segundos, chupando de ellos. Estuvimos tocándonos con locura en el sofá de mi departamento. Ese no era el plan inicial, la mujer dijo que sólo quería algunas caricias y ahora míranos.

-Alguien podría vernos, Lau está durmiendo y ella podía despertar. - Susurré cuando descendió los besos a mi pecho.

-Sólo tienes que estar en silencio, bebé. -Vanesa susurraba deslizando su lengua en mi piel.

Maldita sea, ella me enloquecía. Su respiración pesada y caliernte contra mi piel me hizo querer renunciar a la maldita huelga que impuse.

-La Huel..

-Olvídate sobre la huelga, ¿de acuerdo?

Vanesa se sentó en el sofá, tirando de mi cuerpo con cierta fuerza hacia ella. Haciéndome sentar a horcajadas sobre su regazo. Sus manos se posaron en mis muslos donde apretó con fuerza. Suspiré y llevé mis manos a su cuello, entrelazando los dedos entre los mechones dorados de su cabello. Ella me miró y sonrió. Negué con la cabeza y la besé. Al principio, el beso fue sólo un contacto de labios, Vanesa deslizó la punta de la lengua por mi labio inferior muy despacio, indicando lo que quería y lo permití. Sintiendo que su lengua serpentea sobre la mía diabólicamente. Suspiré con el contacto, y chupó con necesidad. Sentí sus manos hábiles deslizarse dentro de mi blusa, sus dedos delgados navegando por mi espalda.
Cerré los ojos cuando desconecto nuestras bocas y navego con los besos por mi cuello, donde chupo. Eso dejaría una marca. Clavé las uñas en su hombro, impulsando a que continuara. Con velocidad, Vanesa llevó las manos al botón de los pantalones cortos que levaba, desabrochándolos tan rápido que ni siquiera me di cuenta hasta que empezó a tirar de ellos hacia abajo. Nuestras respiraciones eran pesadas e irregulares, me eché hacia atrás, recibiendo besos desesperados en mis pechos, incluso por encima de la blusa delgada que tenía puesta. Vanesa deslizó su lengua justo encima de mi pezón, mientras frota las manos con fuerza en mi centro sobre la gruesa tela de mis pantalones cortos de mezclilla.

"Dios, necesito más!" - Exclamé en mis pensamientos.

Apreté los dedos en su pelo, y claramente le daba a entender que estaba rindiéndome, porque la maldita mujer dejó escapar una risa cínica acompañada de una mirada traviesa.

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