CAPÍTULO 18

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POV MÓNICA

¿Conoces esa sensación de cuando estás durmiendo y te despiertas con una energía diferente? ¿Una buena energía? Así es como desperté hoy, estirándome en la enorme cama de mi habitación sintiendo todos los músculos de mi cuerpo muy relajados. Abrí los ojos con cierta dificultad y mirando alrededor de la habitación en donde había sido hospedada, la casa de los Martín era digna de envidia, todo en ella era muy hermoso, e incluso lujosa pero todavía se podía sentir un ambiente acogedor.
Rodé sobre la cama un montón de veces sintiendo el dulce olor que emanaban las sábanas. Hasta que Vanesa entro en mis pensamientos. No podía imaginarme lo difícil que estaba siendo para ella enfrentarse a la enfermedad de su padre.

De lo poco que sé, el Alzheimer es incurable, y no hace más que empeorar con el tiempo. Para mi Francisco era muy joven para tener algo así, pero desafortunadamente, la enfermedad no elige edado género, a pesar de le enfermedad, el se ve feliz, siempre con una sonrisa en la Cara.

Toñi y Antonio parecían estar resignados a vivir con la enfermedad. Solamente para Vanesa era más complicado, y no podía juzgarla. Ayer por la noche se puso realmente frágil, solo recuerdo lo triste en su mirada y el brillo de sus ojos cuando me miró, fue desgarrador verla así. Pero lo que realmente me sorprendió fue cuando me pidió un abrazo. ¿Me considera Vanesa una amiga? O ¿solo pasó eso porque ella estaba en su peor momento?

No..

Vanesa no es así, ella siempre se mostraba como una persona totalmente decidida y sincera. Imaginarla de otra manera es un poco difícil para mí. Pero entonces, ¿Qué espera ella de mí? Puede que nada, solo una amistad.
Estaba claro que Vanesa había caído a los pies de Martina, o mejor dicho a mis pies. Pero así no era como lo quería. La quería a ella, quería sentir su afecto, quería ser amada.
Martina conquistó a Vanesa con su cuerpo, con deseo, ¿Y yo? ¿Qué es lo que he hecho yo? Nada. ¿Qué he conquistado en Vanesa?
Me levanté de la cama dejando todas esas ideas de lado.

Pensar en todas esas cosas solo me confundían. Así que tome una decisión. Haré de este fin de semana algo especial, no me preocuparé por Martina, o el hecho de que ella es mi jefa. Seriamos simplemente Vanesa y Mónica,
nada más.

Después de un baño caliente, me puse unos pantalones rotos en las rodillas, y una blusa gris que dejaba mi estómago al descubierto. Mi cabello se encontraba con suaves y ligeras ondas. Me miré en el espejo una última vez antes de dejar la habitación, ahora todos deberían estar en la mesa para el desayuno.
Descendí las escaleras sin hacer ruido, oí unas carcajadas viniendo de afuera las cuales adiviné que eran de Francisco y Antonio, estaban en el comedor, vi a través del gran ventanal que estaban sentados en la mesa de afuera tomando el desayuno. Me acerqué a ellos lentamente.

"Digamos que creo que ella no lo es, pero debería serlo, ella es muy guapa.
Francisco dijo a Vanesa.

¿Acaso ellos estaban hablando de mí? Ella dejó escapar una carcajada, lanzando un
pequeño trozo de pan a Francisco.

-Jugar con la comida es un pecado, buenos días a todos.
Dije mientras me acercaba a la mesa. Todos me miraron rápidamente, haciéndome sentir avergonzada.

Vanesa me miró de la cabeza a los pies como si estuviera analizando cada detalle de mí.
- ¡Buenos días, Mónica! - Antonio dijo animadamente.

- ¿Ves Vanesa? Mónica es hermosa.

- ¡Papá! -  le dio un codazo y entonces me miro.

-Buenos días, Mon, siéntate con nosotros -  Vanesa dijo  sonriendo.

¿Mon? ¿Me he ganado un apodo de Vanesa? ¡Mierda! ¡Deja de ser infantil, es solo un apodo! Sonreí tímidamente y me acerqué a ella, había dos sillas, una al lado de Antonio y la otra al lado de Vanesa caminé lo más lejos de esa mujer, la distancia sería buena para mi salud mental.

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