Mi oscuridad favorita | FreenBecky (+18) || TERMINADA

20. "Puedo perdonarte, pero no lo olvidaré"

(P.O.V Freen)

Me levanté del suelo con poca fuerza, los golpes que me había propiciado Becky no sólo habían marcado mi cuerpo, si no también habían destruido mi alma y ser.

Noey rápidamente se acercó preocupada, nuestros rostros eran un completo caos, rápidamente me quité una lágrima que estaba por salir.
Suspiré lentamente mirando el cuerpo inerte de Becky, controlado mediante el sueño por aquel fármaco.

–Noey, Heng, llevad a Becky a su habitación, no olvidéis de cerrar la puerta con llave– tendí la llave a Noey, quién me miraba preocupada, sabía de sobra todo lo que ocurría por mí mente.

Suspiré tensa, Irin tendió una silla para poder sentarme, la cual acepté sin dudar, mis costillas estaban muy adoloridas.

–Señorita Sarocha, ¿se encuentra bien?– comentó la joven amiga de la castaña.

–No sabría que decirte– mi voz sonaba demasiado tenebrosa, aún sin poder evitarlo.

–No sé lo tengas en cuenta, ella ha descubierto toda la verdad que intentábamos cubrir...– sugirió con un tono más tranquilo

–El problema no es ese Irin. Ella no sabe la puta verdad de lo que está ocurriendo, y ni siquiera quiso escucharme– mi cabeza comenzó a doler con brutalidad, suspiré agotada.

–Ella acaba de descubrir que Heng fue aquel tipo de la fiesta. Déjala su tiempo, intentemos entre las 2, que somos sus personas de confianza, poco a poco, intentar hablar con ella– miró directamente mis ojos, pero no sentía la misma chispa, sólo podía sentirlo con Bec, maldita sea, estaba muy jodida.

–Creo que estamos todos a una misma escala, ha descubierto que no eres tal y cómo ella creía, me temo que no será tan fácil– me crucé de brazos dolorida tras mis movimientos.

–Eso no es lo que importa, Freen, estás herida– apareció Noey junto a Heng, mirándome juiciosamente.

Me levanté sin mucho remedio, mis heridas podrían ser curadas, pero habían otras cosas que no podían sanarse tan fácilmente.

Pasé por delante de ellos sin ni siquiera mirarles, subí en el ascensor a gran velocidad, procurando realizar el menor de mis movimientos, mis costillas pedían a gritos ser tratadas, pero no eran una razón de suficiente peso para realizar dicha acción.

Llegué hasta su habitación, mi mano temblorosa abrió lentamente el pomo de su puerta, encontrándome con su cuerpo dormido encima de la cama, me acerqué lentamente tratando de armar el menor ruido posible.

Con cuidado, me senté al filo de la cama, observando su cuerpo.

–Ojalá nos hubiéramos conocido en otras circunstancias... Me has cambiado tanto mi mundo Bec– besé lentamente su frente.

Las lágrimas no tardaron en salir, me sentía demasiado impotente, apreté mi puño con fuerza, sería tan fácil poder vivir una vida feliz con ella, pero mi vida criminal y mi terrible pasado no dejaba de perseguirme.

Cometí el peor de los errores, que fue guiarme por la rabia, haciéndoselo pagar indirectamente a una pobre muchacha con a penas 23 años de edad, con un futuro prometedor.

Sentí una gentil mano posarse en mi espalda, rápidamente limpié mis lágrimas con la manga de mi sudadera, levantando mi mirada, observé de quién se trataba.