11. La pequeña aldea

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Nuestros labios juntos danzaban en el atardecer de un hermoso día que resultó perfecto.

Nos separamos lentamente, mientras nuestras miradas conectaban en ese mismo instante.
Su mano decidida, acarició con suavidad mis labios, limpiando los restos que nuestros labios formaron al separarse.

-¿Por qué me siento tan débil cuando estoy cerca de tí?- su pregunta no tuvo respuesta.

No quería causarle malentendidos, ni mucho menos mostrarme débil ante sus intentos de derrumbar mi robusta barrera helada, que construí con esta misma intención.

No quería caer en sus garras, no de nuevo después de Irina, mi corazón seguía estrujandose cada vez que tenía un recuerdo de ella.

-Bec, ¿estás bien?- susurró acariciando mi rostro.

Nos habíamos quedado en la misma posición en la que me besó, anticipando que ella no se movería, yo lo hice.

-Sólo, tengo sueño, creo que dormiré una siesta- sonrío débilmente.

Ella agarra mi mano suavemente, obligándome a mirarla.

-Bec, ¿estás segura que estás bien?- notaba su decepción.

Asentí levemente, levantándome del sofá.

-Mañana tenía pensado ir a hacer unas compras, te vendría bien algo de ropa, ¿quieres venir conmigo?- comentó rápidamente antes de que me fuera.

-No es un mal plan, me gustaría dar un paseo por el pueblo que vi al fondo de la isla- sonreí débilmente debido al cansancio que apoderaba mi cuerpo.

-Bueno, sólo... ten en cuenta que saben Japonés, tendré que intervenir yo- se levantó al mismo paso para acercarse a mí, llevándome a mi habitación de la mano.

-¿Sabes Japonés?- pregunté sorprendida.

-Hay cosas que no sabes de mí, pequeña- ríe abandonando mi habitación.

Dejándome en una profunda duda interna que siempre me recurría mi mente cada vez que Freen me dejaba a solas.

No conocía realmente a Freen, sabía sobre su pasado. Que tuvo una vida muy difícil, saliendo adelante tan sólo cómo una guerrera lo haría. Fortaleciendose junto a su hija.
Pero algo me causaba cierto temor y duda en mí.

Sus ambiciones, mi propósito en la vida, sus intenciones...
Y más pensando en mi persona, ¿qué tenía pensado hacer conmigo tras vencer a su mayor enemigo, resultando ser mi padre?

Había algo que no cuadraba en esta historia, quería conocer sus intenciones, y además de eso.
Una criminal tan reconocida e importante como lo era Freen, tenía que tener a sus secuaces tras ella.

Lo tenía seguro, iba a descubrir más de ella. Y si había posibilidad, intentaría escapar.
Todo este juego de ser su perrito faldero y su "presa" iba a acabar.
Me daba igual si estaba comenzando a confiar en ella, era una criminal, fugitiva y peligrosa. Y si algo había aprendido de mi familia, era que no debía confiar en alguien de esas características.

Suena gracioso, puesto que mi padre me enseñó aquello que temía, siendo él mismo esa persona.

No quise martirizar más mi mente con preguntas las cuales no obtendrían respuesta instantánea, por lo que me tumbé en la cama, obteniendo mi descanso más que merecido.

...
...
...

Me desperté en la noche, Becky estaba ya dormida, debía actuar cuanto antes si quería completar mi cometido.

Bajé las escaleras con cuidado de no despertarla.
Me dirigí a la gran librería, que instalé intencionalmente para Becky, sabía que amaba leer novelas románticas y no iba a arrebatarselo.

Mi oscuridad favorita | FreenBecky (+18) || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora