41. Un camino difícil de recorrer

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Mi respiración comenzó a fallar, sabiendo que me era imposible calmar aquel horrible estado mental que me mantenía en un fino y peligroso hilo.

Mi mirada se tensó, al igual que todo mi cuerpo. No quería mostrar inferioridad frente a él, aunque él sabía perfectamente lo que causaba en mí, no quería demostrárselo.

-Qué quieres... Padre- susurré con un tono leve, tratando de no despertar a mi pelinegra favorita.

-¿No te alegras de escucharme, hija?- su voz chirriaba mi cabeza sin remedio.

Rápidamente me levanté del borde de la cama, dirigiéndome al cuarto de baño, cerrando con pestillo para amortizar el ruido que pudiera salir.

-No creo que el sentimiento de extrañarte sería el más correcto... Más bien diría que el sentimiento de repugnancia te describiría mejor- asentí con valentía, aún sabiendo que no podía verme.

-Pequeña zorra... Siempre sabes cómo contestar... Pero claro, estás en una línea a miles de kilómetros de Grecia, muy valiente eres, aún sabiendo que llorarías cómo una cría si perdieras algo muy preciado para tí, ¿no crees?- preguntó con cierto tono sarcástico.

Apreté mi puño con fuerza tratando de calmar mi nervioso cuerpo.
Él sabía que no estaba en Grecia, aunque no era muy complicado, me hice ver varias veces en las peleas callejeras. Si Freen supo de mí con tan sólo 1 mes de tiempo, no era complicado que mi padre lo hiciera.

-Creéme he cambiado más de lo que crees en este corto periodo de tiempo. Jamás se me olvidará que Lydia por tú culpa está muerta, es algo que jamás te perdonaré...- mi voz tornó más grave e incluso amenazante.

-Lydia murió por tu culpa Rebecca, el objetivo principal érais la maldita Sarocha y tú, ¡mi verdadera hija no hubiera muerto si no se hubiera aliado a tí!- exclamó con enojo.

-Espera... ¿Verdadera hija?- pregunté confundida.

-Rebecca... ¿No lo sabes todavía?, ¿no habías ido exclusivamente a Londres e incluso entraste al departamento de tú hermana para buscar respuestas, ¿no es así?- comenzó a reírse de una forma muy engreída.

Mi corazón comenzó a latir con más fuerza, sintiendo cómo se podría llegar a salir de un instante a otro. Mordí con desesperación mi labio, fijándome en el espejo de la instalación mi horrible pinta.

Estaba desnuda, fría e incluso pálida, cualquiera que me viera en estas condiciones podría decir que estaba recibiendo una de las peores noticias. Aunque no estaban lejos de la realidad.

-¿Qué quieres, padre, no me hiciste sufrir lo suficiente?- las lágrimas no tardaron en salir.- Siempre fui la niña de tus ojos, nunca me quejé de nada, siempre fui discreta y correcta, me amabas y te amaba... ¿Por qué cambió eso, que hice mal para merecer tú odio?- mordí de manera más fuerte mi labio, causándome sangre que brotaba con brutalidad.

-Nunca lo entenderías querida Rebecca. No hiciste nada más que desafiar aquello que representaba ser un "Armstrong". Saliste lesbiana, tu primer pareja debía ser un hombre con riquezas, pero trajiste a aquella pordiosera sin nada. Te embarazaste manchando el nombre de la familia, y después de todo eso, para tí fue una buena idea enamorarte de tu secuestradora, siendo la MALDITA SAROCHA- elevó su tono mostrando su enojo.

-No entiendo por qué debes temer tanto a Freen, padre. Ella sólo te hizo perder un estúpido negocio que perfectamente podrías recuperar en 2 llamadas, pero ella era una joven de 20 años con una hija que TÚ mataste a sangre fría. Aquí el único monstruo que veo eres tú y únicamente tú- mostré mi valentía tras sus mensajes reprochantes.

-Eso es algo que habrá que determinar pequeña... Por cierto, ¿qué tal vuestra noche de pasión en aquel hotel?- preguntó riéndose de forma estrambótica.

Mi oscuridad favorita | FreenBecky (+18) || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora