38. La venganza se sirve en un plato frío

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Mi corazón irradiaba odio y rabia en estado puro.
Mi vista se fue amoldando tras aquella ruidosa y desoladora explosión que por milagro, no golpeó mi cuerpo gracias a Freen.

Rápidamente mi mente se puso en su lugar, dándome cuenta de la situación en la que me encontraba. Recordé que no tenía constancia de dónde se encontraba Freen, por lo que con mi mirada, empecé a buscarla con nerviosismo.

Mi mirada conectó, visualizando la casa a lo lejos ardiendo de una peor manera, al igual que todos los fragmentos de la vivienda, estaban esparcidos a varios metros cuadrados.

Freen se posicionaba unos metros más alejada, pero la imagen que pude visualizar, rompió todo mi alma y ser en mil pedazos, tal fue el impacto, que mi respiración se paró al instante.

Su cuerpo estaba levemente quemado por su parte delantera, pero sus piernas estaban chamuscadas al completo, su pelo ardía poco a poco, por lo que rápidamente me acerqué hasta ella apagando aquel fuego, mi voz no podía salir, no podía reaccionar, sólo mi cuerpo podía, pero de una mala, muy mala forma.

Zarandeé con cuidado su inerte cuerpo, tumbándola boca arriba, su pecho no se movía, por lo cual su respiración también fallaba.
Comencé a preocuparme de sobremanera, sabiendo que no reaccionaba a nada, no sabía que hacer, las lágrimas no dejaban de caer sobre su inerte cuerpo.

-¡Freen!, ¡mi amor!, ¡responde porfavor!- mi voz salió cómo un grito desgarrador.

Tosí a causa de la gran cantidad inhalada que tenía de humo en todo mi sistema respiratorio, pero ya todo daba igual, debía salvarla, no podía dejar que ella muriera también.
Lydia se había arriesgado por salvarme, y había terminado con su vida por mi culpa, no podía permitir perder a otra de mis personas indispensables en este momento, no ahora, ni nunca.

Tomé su mentón con suavidad, y comencé a hacerle la respiración boca a boca intentando que regresara su respiración, consiguiendolo tras un tiempo intentándolo.
Aún estando inconsciente, su cuerpo pudo tomar todo el aire que pudo de la naturaleza.

Un ruido de motor me hizo salir de mis adentros, visualizando de quién se trataba, Noey, Heng, Irin y Raúl, se encontraban en la camioneta de la primera mencionada, con un gran horror visto en sus rostros.

Rápidamente Raúl tomó con facilidad el cuerpo inerte de Freen, visualizando cómo se quemaba la casa trasera.
Mordí con fuerza mi labio, girando mi cuerpo frente a la casa, todos los recuerdos junto a mí hermana dieron paso, destrozando aún más si cabía mi delicado corazón.

Apreté el puño con fuerza, sabía quién era, pero había algo que sabía con aún más certeza, ambos éramos Armstrong, ambos teníamos aquel excelente don de realizar todo lo que nosotros gustemos. Pero había algo que no tomó en cuenta, era una Armstrong, justo cómo él, había subestimado el poder que poseía.

Y ahora más que nunca, la venganza hervía mi sangre a tal punto de evaporarla, pero cómo bien decía mi madre: "la venganza se sirve en un plato frío"
Estaba segura, debía actuar pero con cautela, aún más sabiendo que se trataba de mi padre, quién estaba detrás de todo esto.

Pero no iba a olvidarlo, por su culpa mi hermana está muerta, mi novia cerca estuvo e intentó hacer prácticamente lo mismo conmigo. De esta no te vas a salvar, padre.

Sentí como una mano tomó con suavidad mi hombro, dejando que todo pensamiento que se instauraba en mi mente se esfumase. Llegando a la vida terrenal, mi respiración comenzó a fallar, tomando en cuenta que había sido la que más humo había inhalado tras todo el esfuerzo que hice.

Noey, quién fue la que tomó mi hombro con suavidad, cambió su rostro sensato a uno con evidente confusión.

-¿Becky?, ¿estás bien?, ¿qué ha sucedido?- su rostro demandaba una mezcla de temor y preocupación.

Mi oscuridad favorita | FreenBecky (+18) || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora