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El constante sonido que genera mi teléfono en mi oído comienza a desesperarme.

Son las tres de la tarde y mi día ha concluido con una muy interesante clase de Cultura Francesa. No recuerdo cuando fue la última vez que visité el museo Louvre, pero sin duda es uno de mis lugares favoritos en el mundo y en definitiva tengo que ir a hacerle un par de visitas.

— ¿Dónde estás? —me digo a mi mismo al darme cuenta que ya voy por el quinto tono y mi padre aún no toma la llamada.

—Schlesinger —responde secamente. ¿Acaso me está tomando el pelo?

—Se quien eres... —le respondo, tomando asiento en una de las bancas vacías frente a uno de los parques del campus.

—Lo siento Theo, no miré la pantalla ¿Está todo bien?

Dejo salir una bocanada de aire preparándome mentalmente para lo que estoy a punto de decir.

—Necesito volver al psicólogo, pero esta vez a terapias individuales —digo yendo directo al grano.

—Al fin centras cabeza. Tu madre te lo dijo y ¿Qué fue lo que le respondiste?

No puedo evitar bufar fuertemente.

—No me vengas con eso ahora —respondo de una manera muy dura sin meditar antes las palabras que salen de mi boca.

—No me hables así, ten más respeto.

—Me estoy volviendo loco ¿De acuerdo? siento ésta desesperación constante y no sé como liberarme, papá, me está matando —confieso mientras paso una mano por mi cara, eliminado un par de lágrimas que comienzan a salir de mis ojos.

—Theo, estoy a punto de entrar a una reunión, ve a casa y descansa. Te llamaré en cuanto salga y discutimos esto ¿De acuerdo? —no podía esperar otra cosa de él.

—Pero, papá...

—Luego lo discutimos —me interrumpe.

—Como quieras... —cuelgo antes de que pueda decir otra cosa.

— ¿Por qué tan desanimado? Pensé que ya estabas más tranquilo.

La voz de Tom junto a mi me asusta por un momento.

— ¡Idiota, me asustaste! —él ríe levemente y toma asiento junto a mi.

—Lo siento, ¿qué ocurre ahora?

—Nada... o todo, no lo sé con exactitud. Papá me ignora y parece que le alegra que me haya ido de casa... desde la muerte de Sophie actúa distante conmigo... no lo entiendo —me levanto de la banca y camino de un lado a otro moviendo las manos aleatoriamente —. Me estoy volviendo loco, siento que en cualquier momento explotaré, necesito ir a un puto psicólogo y mi padre me ignora como si no le importase en lo absoluto...

»Lo llamé y como siempre una reunión es más importante que el bienestar mental de su hijo...olvidado, no tiene importancia.

Tomo mis cosas rápido y me alejo de ahí ignorando los gritos de Tom.

— ¿Estás sordo? —dice caminando detrás de mi, pero lo ignoro nuevamente.

Siento un tirón en el hombro, haciéndome voltear hasta tener la mirada de Tom desafiándome segundos después.

—Te estoy hablando ¿Qué es lo que te pasa, idiota?

—Ya te lo dije... —le respondo desviando la mirada —Quiero estar solo ahora Tom, por favor —él suelta mi hombro y respira pesadamente.

—Llega temprano, debemos planear lo de mañana...

Me siento un poco mareado justo ahora.

— ¿Qué hay mañana? —la mirada de Tom es confusa, entre decepcionada y sorpresiva. Aunque mucha más decepcionada.

Theo, Schlesinger IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora