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El sonido de mi nuevo reloj despertador inunda la habitación, generando un gruñido de parte de Josh, quien avienta una de sus almohadas a un lugar aleatorio de la habitación.

Realmente quiero saber como demonios terminó en mi habitación anoche...

— ¡Maldición Theo! ¿Podrías apagar esa basura? —él habla medio dormido cubriendo su rostro con un cojín felpudo que le dio Phoebe.

Apago el pequeño aparato riéndome entre dientes de él.

El día ésta fresco, no muy frío pero tampoco está ardiendo afuera. Son las siete, el primer día en Harvard comienza a las nueve en punto de la mañana, teniendo en cuenta que vivimos a veinte minutos en auto del campus, llegaremos siempre a tiempo si nos levantamos a esta hora.

Me ducho rápido, y diez minutos más tarde estoy listo.

Me he formulado un horario interno, es solo un borrador, pero hoy probaremos su eficacia.

Es una verdadera suerte que hayan tres baños y medio aquí.

—Levántate holgazán, debemos movernos, no quiero llegar tarde el primer día.

—El primer día nunca hay clases, don perfección, déjame dormir.

Lo observo acomodarse mejor en su sitio y volver a caer dormido mientras salgo de mi habitación sin decirle nada más.

Tom está frente al televisor con un gran plato de cereal entre sus manos, al verme, me sonríe masticando acomodándose en el sofá.

—Buenos días —dice luego de tragar su desayuno — ¿Estaremos solos hoy? —asiento encaminándome a la cocina, me preparo también un plato de cereal y tomo siento junto a él.

— ¿Que miramos? —pregunto prestando atención al show del televisor.

—No tengo idea, creo que es una combinación de Good Morning America y Today Show. Están hablando de una nueva crema anti acné, estoy seguro que ese pobre chico que está de modelo no recibirá más de cincuenta dólares por pasar esa humillación.

—Bueno, las chicas de todo el país lo verán y sabrán que su piel esta tersa y libre de manchas, y gracias a eso ellas querrán sentir sus mejillas libres de impurezas.

— ¡Yo lo hubiese hecho por cuarenta!

Nos reímos mirando la pantalla, y tomo otro bocado de cereal negando con mi cabeza.

—Estás muy mal.

—Se llama necesidad, ¿Sabes cuánto tiempo llevo sin estar con alguien? Bastante, Theo.

El tema de las chicas es un poco delicado para mi, y aunque no quiero parecer el tonto depresivo, aún me duele bastante.

Miro el reloj de la pared en forma de vaca que nos obsequió mamá antes de irnos de Nueva York, y me levanto de un salto.

—Debemos ir saliendo.

Tom se levanta dejando su plato de cereal sobre la mesa, corriendo a su habitación, y sale con las cosas necesarias para el día.

Camino con calma a mi habitación y tomo mis cosas que están cerca de la puerta.

—Ya nos vamos —le informo a Josh que mueve perezosamente su mano, articulando algo que parece más bien un gruñido gutural y salgo cerrándole la puerta.

—¿Listo?

—Vamos.

El camino hasta la universidad es realmente corto. Nos ha funcionado el horario que planteé y con unos cuantos minutos extra, logro conseguir un buen lugar en el estacionamiento y bajar con Tom a tiempo para comenzar a hacer la fila de los nuevos.

Theo, Schlesinger IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora