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El viaje de vuelta a casa fue bastante rápido y tranquilo. Nadie comentó nada sobre las críticas. Papá intento hablar conmigo al respecto, pero mamá lo detuvo antes de poder abrir la boca. Ahora, rumbo a casa, el silencio y la respiración constante de Anne a mi lado es la única compañía sonora que tengo.

Mi casa está más cerca que la de Anne, por lo cual, decidí detenernos frente a esta.

—Anne —moví un poco sus hombros, pero se encontraba tan dormida, que me tocó llevarla en brazos hasta adentro.

Cuando comenzó a removerse en mis brazos, abrió los ojos regalándome una sonrisa dulce, como la de una niña pequeña.

— ¿Qué me perdí? —dijo entre risas, entrelazando sus brazos alrededor de mi cuello — ¿Estamos en tu casa? —preguntó al ver la entrada, no muy segura debido a la falta de luz. El chofer que papá nos envió nos acomodó las maletas en la entrada, y se fue sin decir una palabra.

—Así es, estaba más cerca —ella asintió colocando su cabeza en mi pecho sin soltarme. Una vez dentro nos topamos con una a escena un poco incómoda. Más bien, demasiado.

Tom y Carly se besaban tan apasionadamente que no tenía idea de qué hacer, si cerrar la puerta y carraspear la garganta un poco o dar media vuelta y volver luego... Lastimosamente antes de poder pensar en algo, Anne abrió los ojos... y la boca.

— ¡Oh Dios mío! —dijo demasiado fuerte, y antes de poder siquiera cubrir su boca sin que se cayera de mis brazos, Carly nos vio.

Tanto ella como él se separaron alarmados, la falta de luz nos dificultó ver sus rostros, pero estoy seguro de que se encontraban bastante avergonzados.

—Theo... pensé que vendrías... mañana —dijo reincorporándose tanto él como su aliento.

Sin siquiera saber cómo responderle solo asentí, aunque estoy seguro de que no me vio en lo absoluto.

—Nosotros... —dijo Carly intentando disculparse.

—No te preocupes, nosotros ya nos vamos a dormir, buenas noches... —dije colocando a Anne en el suelo quien tomó las maletas y subió las escaleras tan rápido que ni siquiera le dio oportunidad a nadie de decir algo.

Una vez en mi habitación, no pudimos soportar más la risa que estábamos reteniendo.
— ¡Al fin! Ya era hora de que esos dos dieran el siguiente paso, ¿no crees? —dijo lanzándose a mi cama quitándose los zapatos en el camino.

—Si te soy sincero, pensé que le constaría un poco más. Carly se ve algo... difícil.

— ¿Y eso tiene algo de malo? Que se de a respetar no quiere decir que sea difícil.

—No me refería a eso —tras quitarme los zapatos y el pantalón tomé mi lugar junto a ella —. Tu también fuiste muy difícil

— ¿Lo fui?

—Lo sigues siendo, mujer. Es tan difícil quedarte bien —bromeo tomándola de la cintura colocándola sobre mi pecho.

Anne comezón a mover su mano sobre mi torso de manera muy lenta. Algo no muy sano para mí en este momento.

— ¿Cómo es que estás en forma si nunca haces ejercicio?

— ¿Cómo estás tan segura de que nunca hago ejercicio?

—Theo, nunca lo haces.

—Soy tenista, Anne. No he tenido la oportunidad de unirme al equipo universitario, pero lo haré cuando tenga un poco de tiempo, tal vez el próximo semestre. Además, suelo salir a correr algunas veces a la semana, y cuando puedo voy al gimnasio. Necesito retomar el ritmo antes de convertirme en un algodón y no poder competir de nuevo—su risa es demasiado adorable como para no apretarla mucho más a mi.

Theo, Schlesinger IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora