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Las palabras de mi madre se cumplieron y la mañana de año nuevo fue un completo desastre. Las personas corrían de un lugar a otro con bandejas enormes y cajas demasiado grandes.

— ¿Qué es todo esto? —pregunto a una chica en uniforme de lo que parece es algún restaurante. La chica me mira, pero no me responde, ¿estoy seguro de que ni siquiera me ha entendido —Que se passe-t-il ici?—digo mirándola de nuevo. Ella sonríe aliviada de poder comunicarse con alguien al parecer.

Dîner —me responde mirando las bandejas antes de continuar su camino a la cocina.

Así que tanto alboroto solo por una cena... Muy bien mamá.

— ¿Qué es todo este mercado? —pregunta Anne mientras baja las escaleras y me encuentra mirando a todas las personas que entran y salen con cosas en sus manos.

—Nuestra cena de año nuevo. Lamento decepcionarte, pero creo que no habrá pavo quemado —ella lanza una pequeña carcajada y me toma la mano.

—Gracias al cielo. ¿Vamos?

—Autumn aún no me ha enviado la dirección del restaurante.

—Pensé que tal vez podríamos ir a explorar un poco por las calles de Monte Carlo —con una sonrisa adorable empieza a alar de mi brazo para que continuemos nuestro camino a la entrada.

Una vez fuera de la villa, me mira como si tuviese algo que decirle.

— ¿Qué? —pregunto algo nervioso.

—No lo sé, ¿no iremos en un jet o algo? —comienza a bromear.

— ¿Vez alguno? —pregunto esta vez yo con un tono de voz más divertido.

—No, pero contigo nunca se sabe —dice tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.

—Podríamos ir caminando. Cuando era niño me encantaba recorrer las calles adoquinadas. Me parecían muy bonitas.

— ¿Calles adoquinadas, Theo? Los niños normales aman jugar en los charcos.

—Yo no era un niño normal —digo defendiendo mi infancia.

La caminata por las calles de Monte Carlo fue bastante agradable. Anne, como buena turista, no podía ver una piedra sin tomarle una foto con su teléfono.

—Oye, sonríe —dice apuntando con su teléfono justo en mi cara. Con una reluciente sonrisa, incluso mostrando mis dientes, hago una pose frente a la cámara.

—Ahora es tu turno —exijo tomando su teléfono en mi poder.

—No me gustan mucho las fotos —se excusa, caminando frente a mi.

Le tomo varias a su espalda, incluso hago un vídeo de ella caminando, en donde voltea a mirarme para poder decirme algo y en el momento en que se entera del vídeo gira velozmente su rostro haciendo una seña con su dedo corazón.

—Sabes algo, no es justo que tu me tomes por modelo y yo no pueda.

—A ti si te quiere la cámara —dice sin mirarme. Bajo el teléfono y me acerco a ella, tomando su mentón haciendo que me mire directamente a los ojos.

—A ti también te quiere, ¿has visto tus fotos? Estás hermosa en cada una de ellas —le digo generando un pequeño rubor rojizo en sus mejillas — ¿Qué tal si sales en una conmigo? No tenemos fotos juntos.

—Están las de la boca de Peyton. Aún no se las he pedido, pero dice que salimos bien —comenta tomando entre sus manos su teléfono — ¿Sólo una foto? —pregunta con voz nerviosa, y yo asiento, motivándola a poner la cámara.

Theo, Schlesinger IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora