Theo, Schlesinger II

•11•

La música resuena por todas partes. Nunca fui muy bueno bailando, pero no me disgusta hacerlo.

—Muévete, Josh —digo moviendo los hombros de mi mejor amigo. Se mueve más un lápiz que él.

—Te mueves bien, Theo —menciona Anne halagando mis dotes de bailarín.

—No es cierto, pero gracias por la mentira —ella ríe fuertemente y la tomo de la cintura acercándola a mí.

Bailamos unos veinte minutos hasta que mi cuerpo pide a gritos un descanso y mucho líquido.

—Estoy muerto Anne, dame un respiro —ella asiente mientras nos movemos a una de las barras.

— ¿Qué te sirvo? —me pregunta el chico de la barra.

—Lo que sea que tengas sin alcohol —le respondo recuperando mi respiración. Estoy conduciendo, lo último que necesito es un accidente.

— ¿Señorita? —le pregunta a Anne junto a una sonrisa pícara.

—Lo mismo que le des a él —responde tomando asiento junto a mi.

—Demonios, Anne, estoy exhausto —me quejo riendo e intentando respirar al mismo tiempo.

—Tu condición física apesta, Theo.

—Mi condición física está excelente, Annabeth —levanto una ceja cuando noto su mirada en mi torso, la quita de inmediato algo sonrojada, es adorable —. Tú eres una salvaje en la pista de baile.

— ¿Ahora es culpa mía? —pregunta riendo ésta vez más fuerte. Nuestras bebidas llegan y le entrego un billete de veinte dólares al chico.

—Yo iba a pagar mi bebida.

—Te invito ésta ronda, aunque no debería... casi me causas un infarto —exagero tomando un trago de mi gaseosa.

—Eres tan dramático —niega dándole un sorbo.

Luego de varias rondas más de baile, realmente siento que mi corazón va a explotar.

—Todo el mundo escúcheme, es hora de abrir los regalos, vengan —grita Josh desde la entrada de la sección VIP llamando a todos.

Acepté otra ronda de baile con Anne solo para dejar en claro que mi condición física no estaba mal.

Lo cual fue una muy mala idea.

—Anne, vamos —grito sobre la música para que me escuche. Ella asiente tomando mi mano para adentrarnos al lugar restringido.

—Chicos, les dije que no quería regalos —argumenta Tom riendo viendo la gran cantidad de bolsas y cajas en una de las mesas.

—Que digas eso demuestra lo mucho que amas que te den cosas —le dice Harry tomándolo de los hombros dandole una bolsa negra mediana —. Feliz Cumpleaños, Harley.

—Gracias, Harry, aunque no debías —Harry niega incentivándolo a que lo abra y se quede cayado.

Tom abre la bolsa con cuidado y saca una pequeña caja de cristal de ella. Cuando la abre, dentro hay un ¿billete?

— ¿Eso es...? —me pregunta Anne al oído, con la misma expresión que yo.

— ¿Un billete? ¿en serio? —le digo esta vez yo ganando una risa pequeña de su parte.

—Esto es increíble, demonios ¡Harry! ¿Dónde lo conseguiste? —Tom está tan emocionado que ignora por completo el hecho de que nadie, aparte de él y sus amigos de facultad, se encuentran auténticamente emocionados con eso.